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Dos nuevos hitos de la democracia mexicana

Por Donovan Arteaga

            En lo que va del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, hay al menos dos actividades que inciden en la configuración de la democracia mexicana. Una es la conferencia que cada mañana imparte el mandatario popularmente conocida como “La mañanera”, donde informa sobre sus ejecutorias al frente del gobierno. La otra es el nuevo método para definir candidatos y candidatas a cargos de elección popular, en el interior del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el partido de gobierno. Empecemos por esta última.

            El próximo 10 de noviembre, MORENA dará a conocer el nombre de las personas que serán “candidatas (os)” a gobernar los estados que estarán en disputa en 2024. Esto, después de un proceso que ha consistido en la aplicación de encuestas en muestras de casas-habitación. Dicho método también fue usado para designar a su futura candidata a la presidencia: Claudia Sheinbaum. La oposición también realizó un protocolo más o menos parecido para designar a su candidata.          

            Es preciso señalar que los tiempos de la democracia mexicana aun no permiten que se hable de candidatos/as, por lo que los partidos han tenido que generar motes que disfracen dicha figura. En el caso del bando morenista la han llamado “Coordinadora de los comités de defensa de la 4T (Cuarta Transformación)”, mientras que el partido opositor la ha denominado “Coordinadora del Frente Amplio por México”. Quien actualmente ocupa este último cargo es la panista, disfrazada de miembro de la sociedad civil, Xóchitl Gálvez.

            Esta estrategia pretende, al menos, dos cosas: primero, anticipar las campañas electorales y, de esta manera, sacar ventaja ante los rivales; segundo, terminar con el viejo método conocido como “dedazo”, que no era más que la imposición de un candidato por medio de la voluntad del mandamás o de algún grupo cupular.

            Hasta ahora, quien ha capitalizado el nuevo método de selección de “candidatos/as” es el partido en el poder. Mientras que la oposición intentó seguir el modelo y fracasó en el intento, MORENA ha sabido, hasta ahora, mostrar que puede ser una nueva forma de involucrar a la gente en la determinación de los contendientes a los cargos públicos más relevantes. Pero ¿esto constituye un paso más hacia el fortalecimiento de nuestra democracia?

            Si bien es cierto que una encuesta no es una elección, también lo es que para realizar un sondeo se tiene en cuenta la opinión de un número socialmente representativo de personas y, aunque no haya una participación activa por parte del demos —como sucedería en cualquier jornada electoral—, sí hay una repercusión del respaldo popular que tiene el/la contendiente, a la hora de decidir quién será la persona que se quedará con la candidatura del partido. Por lo tanto, sí podríamos pensar en una democratización, al menos parcial, de la vida interna de los partidos políticos y, con ello, de las prácticas políticas de nuestro país.

            La otra actividad es la conferencia matutina que se celebra de lunes a viernes, en punto de las 7 de la mañana y con una duración aproximada de 2 horas, aunque en ocasiones ha llegado a extenderse hasta por 3 horas. En ella suceden muchas cosas: desde la presentación de datos, estadísticas, planes, propuestas, opiniones (sobre asuntos específicos o personas del orden público), respuestas a preguntas o temas puntuales, hasta la articulación de bromas, canciones, chistes, insultos, entre otras cosas que rayan en lo cómico. 

            A estas “mañaneras” se les ha calificado como el espacio de propaganda del gobierno, desde el cual se marca la agenda de los temas convenientes para su gestión, por lo que, en palabras de la futura candidata del PRIAN 1 , son una “pérdida de tiempo” (https://goo.su/EdF7s). Por otro lado, los responsables de dicha actividad la consideran como un espacio público e inédito de comunicación entre el presidente, la prensa y el pueblo.

            Las “mañaneras” cobran sentido a partir de que hay una ruptura —en términos de intereses político-económicos— entre el ejecutivo y el “cuarto poder” de las democracias de nuestro tiempo: los grandes medios de comunicación. En gobiernos anteriores, era evidente el contubernio existente entre las corporaciones mediáticas y la administración en turno. La represión a periodistas, activistas disidentes y opositores estaba a la orden del día. Basta mencionar, como mero ejemplo, el famoso caso del despido injustificado de la periodista Carmen Aristegui, por la investigación sobre la “casa blanca” del entonces presidente Enrique Peña Nieto (https://goo.su/KZyP).

El poder comunicacional y el poder presidencial se con-fundieron en una fuerza destructora del país, con el fin de sacar la mayor cantidad posible de beneficios económicos y políticos. Era un negocio redondo para ambas partes, a costa del sacrificio permanente de la mayor parte del pueblo mexicano. La incidencia de esos intereses inconfesables de los jefes de ambos poderes convirtió a los medios de comunicación en canales de propaganda política y de desinformación persistente, en detrimento de una comunicación efectiva de la ciudadanía.

            Hoy no hay actos de persecución o represión desde el poder ejecutivo, en perjuicio de cualquier forma de reacción disidente. Los opositores al gobierno de López Obrador pueden difundir sus críticas y objeciones, desde cualquiera de los medios con que cuentan —que, por cierto, son la mayoría de los existentes en el país, cosa rara en un país que, según el lugar común de los líderes de la oposición, está gobernado por un enemigo de la democracia—. Pero ese hecho no parece tener importancia para una dirigencia opositora y un ejército de pseudo comunicadores, que no cesan en su campaña de que los mexicanos(as) vivimos en una dictadura, de que el presidente y los dirigentes de MORENA son unos autócratas arbitrarios, de que aquí se ha dado un golpe de estado antidemocrático cuya víctima más importante es la libertad de expresión.

La dupla PRIANRD-medios de desinformación no paran de inventar y difundir cualquier cantidad de bulos en contra del presidente y, sobre todo, sus programas sociales y grandes obras de infraestructura, sin que hasta ahora se haya registrado ningún nuevo “caso Carmen Aristegui”, pero eso no impide el pertinaz señalamiento de los factores de oposición, en el sentido de López Obrador es un supuesto dictador. Lo más curioso es que, cuando el presidente no se deja intimidar por la avalancha de calumnias e insultos de sus enemigos declarados, y responde a estos con datos y argumentos —no siempre amables, es cierto—, se precipita de inmediato una avalancha de imputaciones contra un presidente que presuntamente persigue a inocentes practicantes de la libertad de comunicación.

 Más allá de lo que digan los opositores y sus aliados mediáticos, las “mañaneras”, mientras no sean usadas como propaganda gubernamental, son una opción viable para eludir los vicios que generaba, en el pasado, la alianza deletérea entre los medios de comunicación y el poder ejecutivo. 

            Vale la pena analizar el efecto de las encuestas de MORENA y las mañaneras de AMLO, como vías de ampliación de la vida democrática de un país tan diverso y dinámico como México, en la actualidad fuertemente empeñado en dejar atrás para siempre todas las potencialidades destructivas de las recetas y políticas neoliberales.  

Referencias 

1 Coalición de los partidos de oposición: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Donovan Arteaga: filósofo mexicano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente realiza estudios de posgrado en dicha institución.

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