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Remigración: delirante concepto antimigración de la extrema derecha

Por Yoselina Guevara L.

Este 17 de mayo de 2025 se llevó a cabo el vergonzoso evento “Remigración 2025” en el Teatro Municipal de Gallarate, Provincia de Varese, norte de Italia, el cual fue contrastado por una numerosa e importante  manifestación antifascista. Se trató de un encuentro internacional, que retrotrae a acciones nazifascistas que se pensaban ya superadas, cuyo eslogan principal y basamento central fue “los inmigrantes no se integran y hay que sacarlos, incluso por la fuerza”.

¿Qué es la Remigración?

Se trata de la expulsión forzada masiva no solo de todos los migrantes irregulares, sino también de cualquier extranjero o ciudadano (a) con ascendencia extranjera que no estén suficientemente integrados. Evidentemente este es un concepto que infringe las leyes internacionales y nacionales de muchos países, que irrespeta y vulnera los derechos fundamentales proponiendo en manera delirante la expulsión forzada, de manera masiva no solo de todos los migrantes irregulares, sino también de cualquier extranjero o ciudadano (a) con ascendencia extranjera que no estén suficientemente integrados.

En este punto, los sostenedores de este accionar racista y segregacionista, no explican ni determinan cuáles son los parámetros que pueden determinar los niveles de integración, pero si se abren a la posibilidad a la expulsión por rasgos fisionómicos, costumbres culturales, religión y adaptación social. Siendo eliminada la “Nacionalidad” o la doble “nacionalidad” adquirida legalmente por derecho, en un abierto ensañamiento contra todos los extranjeros, sean personas con un estatus migratorio regular o irregular, jóvenes, niños, niñas, adultos o ancianos. Pero es también un ataque contra las segundas generaciones, formadas por personas que están integradas dentro de un tejido social, pero cuyos padres o abuelos son extranjeros.

La remigración conlleva dentro de sí un mensaje destructor de la convivencia social y es totalmente contrario a la idea de una verdadera sociedad abierta, inclusiva y acogedora. Dentro de este concepto de “remigración” entra perfectamente la operación llevada a cabo por Donald Trump con el secuestro de 252 migrantes venezolanos, acusados  de ser miembros de bandas criminales sin pruebas ni derecho a la defensa, y los cuales fueron trasladados a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, con la colaboración de Nayib Bukele, mandatario salvadoreño.

En este sentido, entra dentro de la expresión práctica de la remigración, la supresión de la “repatriación voluntaria”, como el regreso a la patria de origen; utilizando por el contrario un mecanismo de deportación a terceros países donde los migrantes pueden ser encarcelados, tal cual es el caso de los venezolanos en El Salvador.

Un viejo concepto, nuevas vestiduras

La derecha extrema está madurando este concepto de “remigración” para convertirlo en una teoría política y hacer de él una potente arma ideológica, utilizando para ello un específico lenguaje con el cual justificar las expulsiones refiriéndose a la “criminalidad”, la “seguridad”, la “incompatibilidad cultural”, las “diferencias religiosas” y el “fracaso del multiculturalismo”. De allí que los encargados de difundir y lograr la aprobación en la opinión pública de la aplicación de la “remigración” no sean los medios de comunicación tradicionales, o los teóricos o académicos de la extrema derecha; sino que todo el poder mediático de difusión esté centrado en las redes sociales, y quienes tienen el mayor manejo de los mismos, es decir influencers, podcasters, etc.

Es una operación que le hace un traje nuevo, a definiciones como “raza aria”, “darwinismo social”, “selección racial” y aleja del vocabulario de la extrema derecha las palabras que estén llenas de odio, los insultos étnicos, las frases racistas y segregantes. Si revisamos algunos posts virales, memes racistas aparentemente lúdicos,graciosos y muchos de los titulares de noticias que demonizan a los migrantes encontraremos una intervención, pensada y planificada, para cancelar el sentido común, para reducir las resistencias, para suprimir el pensamiento crítico y transformar una idea aberrante en un tema de posible debate.

Remigración y el Gran remplazo

Durante la década de 1990, se empieza a hablar de la “Remigración” en Francia, en los círculos de la derecha, como una solución para “limpiar” Europa de quienes no encarnaban su identidad cultural, de aquellos que no representaban sobre todo los llamados valores occidentales. El pensamiento de Alain de Benoist y Guillaume Faye proporcionó la base ideológica: rechazo del multiculturalismo, defensa de la “identidad” mediante la separación étnica.

En el 2011 el escritor francés Renaud Camus, teórico de la extrema derecha, lanza su teoría del “Gran Reemplazo”, mezcla de racismo y complotismo, donde afirma que hay élites progresistas que trabajan en la sombra en las cámaras de los poderes (legislativos, gubernativos, económicos, etc.) en Europa para poner en marcha un plan de sustitución étnica de la población blanca y culta del Viejo Continente por masas bárbaras de inmigrantes, procedentes sobre todo de África, para promover la fragmentación, el caos social y, de hecho, comprar sus futuros votos para mantener a quienes Camus considera gobernantes títeres en el poder (izquierda progresista). En su visión demencial este teórico advierte a los franceses contra lo que describe como una amenaza existencial, según la cual las poblaciones blancas y cristianas de Europa, están a punto de ser reemplazadas deliberadamente por masas de inmigrantes musulmanes.

En este punto dentro de los espacios de la extrema derecha se empieza a divulgar el término “Remigración”, entrando en el debate político en muchos países europeos como España, Países Bajos, Eslovenia, Bélgica e Italia. Donald Trump durante su última campaña electoral mencionó la “Remigración”, para fundamentar su grandioso plan de “deportaciones masivas”, que como hemos visto ya está llevando a cabo.

Estamos en una situación muy peligrosa, donde la “Remigración” puede consolidarse en un arma política que transforme negativamente la mentalidad de los ciudadanos y ciudadanas, inculcando en nuestros espacios de convivencia el discurso de “odio”, de la “violencia”, del “rechazo al otro, al diferente”. Es nuestro deber denunciar y rechazar la imposición de teorías y prácticas que atentan contra los principios y valores más excelsos de la humanidad.

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