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Navidad, la gran estafa: Más allá de las luces y regalos

En medio de la euforia festiva que caracteriza la temporada navideña, es crucial detenerse y reflexionar sobre la verdadera esencia de esta celebración. Aunque la sociedad contemporánea asegura con fervor estar conmemorando el nacimiento de Jesucristo, resulta irónico observar cómo nuestras acciones y comportamientos distan enormemente de los principios que Él predicó.

En primer lugar, es vital recordar que la fecha del 25 de diciembre no tiene una base bíblica para el nacimiento de Jesús. Más bien, es una adopción de antiguas festividades paganas, como la celebración del solsticio de invierno. La elección de esta fecha por parte del cristianismo primitivo fue estratégica, destinada a facilitar la transición de las antiguas celebraciones a las nuevas prácticas cristianas. Es esclarecedor recordar que en el relato bíblico, no se menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús.

La contradicción fundamental radica en que, mientras proclamamos celebrar el nacimiento de un hombre que enseñó el amor incondicional, la humildad y la compasión, nuestras acciones navideñas a menudo reflejan lo contrario. La obsesión por los regalos materiales, el consumismo desenfrenado y la búsqueda del placer efímero nos alejan del verdadero mensaje de Jesús.

El Evangelio de Mateo nos recuerda en el capítulo 6, versículo 24, las palabras de Jesús: «Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro». ¿No es esto lo que hacemos durante la Navidad al poner en el centro de nuestra celebración a Santa Claus y los regalos, en lugar de honrar el nacimiento de Jesús?

Asimismo, el Evangelio de Lucas nos presenta la historia del nacimiento de Jesús en condiciones humildes, en un pesebre, lejos del lujo y la ostentación. ¿Cómo reconciliamos esta sencillez con nuestras elaboradas cenas navideñas, decoraciones excesivas y competiciones por tener el mejor árbol?

La Navidad debería ser un momento de reflexión y autoevaluación. ¿Estamos realmente siguiendo los principios que Jesús predicó? ¿O estamos atrapados en la trampa de la superficialidad y el consumismo?

Resulta crucial recordar que, más allá de las tradiciones y las festividades, el verdadero espíritu navideño radica en la compasión, la generosidad y el amor al prójimo. Jesús enseñó con el ejemplo, y es nuestro deber reflexionar sobre cómo podemos incorporar sus enseñanzas en nuestras vidas diarias, no solo durante la temporada navideña.

En conclusión, la Navidad, en su forma actual, se ha convertido en una gran estafa, alejándose de los valores fundamentales que Jesús predicó. Es hora de redescubrir y abrazar el verdadero significado de esta celebración, trascendiendo las festividades superficiales y enfocándonos en vivir de acuerdo con los principios de amor, humildad y compasión que Jesús nos legó.

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Corresponsal para Información al Desnudo.

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