Opinión

México: desencubrir la verdad

Por Donovan Arteaga  

Convendría tener una actitud crítica frente a lo que parecería ser una suerte de enmascaramiento o encubrimiento, por parte de muchos medios de comunicación en el mundo actual. Lo que distorsionan es la realidad, lo que aparece, lo que es. Esta actividad no sólo la realizan los medios informativos, sino también los políticos, quienes muchas veces están detrás de aquellos.

En los últimos meses, en el programa semanal “Martes del Jaguar”, de la gobernadora de Campeche (México), Layda Sansores, se han revelado audios que exhiben muchas verdades inmundas en la actividad del presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno Cárdenas, popularmente conocido como “Alito”. Por ejemplo, está la grabación donde se le escucha decir en privado que “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre.” (https://cutt.ly/dLcu44c); también el audio donde se le escucha dar algunas indicaciones sobre cómo triangular el dinero (https://cutt.ly/iLcimUX); o aquel otro donde menciona la cantidad que se le pagó al experto español en propaganda sucia, Antonio Solá, por sus servicios como asesor del PRI en la elección estatal del 2021. El que se ha conocido más recientemente se refiere, de manera despectiva, a aquellos de sus correligionarios que quieren sacarlo de la presidencia del partido, dando una vez más   muestras de su tendencia autocrática a imponer lo que le venga en gana (https://cutt.ly/KLE9fbN).

En realidad, con el material que se ha expuesto a la luz pública, tenemos datos más que suficientes para evidenciar el talante corrupto, chantajista, delincuente y, en general, repugnante del político priista. A la información sobre las fechorías de Moreno Cárdenas se le puede agregar, no sólo el uso excesivo de groserías que vuelven desagradable toda su conversación, sino algo mucho más grave: el descubrimiento a los ojos de la opinión pública de la vivienda donde oficialmente reside el político: una enorme y suntuosa mansión, claramente impagable con los ingresos  formalmente devengados por los políticos mexicanos (https://cutt.ly/NLE3o3B).

Ante esa andanada de denuncias, la única respuesta dada por Moreno Cárdenas, al país y en el extranjero (https://cutt.ly/3LUoBbR), es el cuento de que está siendo víctima de una persecución política y que los audios revelados no son otra cosa que materiales editados. Es decir, el dirigente nacional del PRI, se ha limitado a enmascarar, encubrir, los hechos.

Ejemplos donde la realidad se enmascara hay millones. No obstante, no siempre es una práctica tan groseramente evidente. Lo burdo del caso “Alito” tiene que ver con las características del personaje, con el poder que conserva en ciertos niveles de la estructura política y económica mexicana y con el oportunismo y la falta de ética de importantes medios de comunicación, muchas veces más dispuestos al enmascaramiento de verdades incómodas que con su desvelamiento.

¿Qué hacer en una situación así, donde es claro que ciertos medios de comunicación, más que mostrar un compromiso con la verdad y la información, ponen de manifiesto una lealtad inquebrantable hacia turbios intereses y no pocos de sus empleados actúan más como mercenarios  que como verdaderos periodistas?

Por suerte, este no es el panorama completo. Hay periodistas que sí desempeñan su rol social de manera loable; su compromiso es con la verdad y el público receptor y no se subordinan a los poderes fácticos.

Si como decían los griegos, la verdad  (alétheia) es desvelamiento de lo real, un retirar el velo que encubre algo que es, podría aplicarse la idea a la actuación de las empresas y practicantes del periodismo que se dedican más a enmascarar que a revelar lo que realmente sucede en nuestra vida pública. Sería pues, oportuno reclamar una comunicación interesada en el desenmascaramiento, en el desencubrimiento, en el derribo de tantas máscaras, fachadas de simulación, maquillajes y maniobras de ocultamiento y todo aquello que los políticos y empresarios corruptos, en complicidad con los medios que les son anuentes, contribuye a engañar y a burlarse del público honrado.

El caso de Alejandro Moreno Cárdenas es apenas un botón de muestra, en el mar de corruptelas que por décadas ha venido siendo la política mexicana. La deshonestidad de algunos medios de comunicación es también un ejemplo más de mal periodismo entre miles, en medio de la creciente presencia de las fake news y la post verdad. En ambos ámbitos la situación es tan grave que el desencubrimiento de lo que realmente sucede en la política y la economía se convierte en una demanda programática, es decir, estratégica.

Donovan Arteaga: filósofo mexicano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente realiza estudios de posgrado en dicha institución.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.