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El yo, la imagen y el ser

Por Marcelo Cabeza

¿Qué pasaría si el mundo fuera light, soft, liviano, de relaciones poco profundas, a partir de linkeos entre imágenes de Sí que no refieren a profundos y verídicos aspectos del Ser?

Si ocurriera que fuera utilizado el Yo como máscara útil para relacionarse con los otros, – otres que a su vez hacen lo mismo-, ¿qué tipos de relaciones habría? ¿Se trataría de Vínculos o apenas Contactos, como los de las redes? Lo que se produciría como relaciones entre personas, ¿no podría reducirse a una superficialidad, pocas veces traspasada?

Si este tipo de relaciones fueran mayoritarias, si ellas se constituyesen de ese modo, y así predominaran entre las personas, ¿qué tipo de sociedad se iría produciendo? ¿Cómo serían las parejas, las familias, los grupos humanos, desde la empresa, los partidos políticos y hasta las naciones? ¿El reino del desencuentro y sus consecuencias?

Hace tiempo se observa que una buena parte de las relaciones a las que se empieza a dejar de llamar pareja (les cuesta a los propios involucrados llamarlas así, y dicen Estoy con alguien, salimos) suelen comenzar en las redes informáticas -no sé si está bien llamarlas “sociales”-, se continúan en gran medida a través de ellas, en cuanto a “comunicación” al instante (en línea y todo el tiempo) y se suelen terminar también por ese medio. “Mejor, no nos veamos más”, podría ser una fórmula que anticipa el Bloqueo. Ahí viene el Contacto Cero, atajo o truco para no recordar, para dar vuelta la página supuestamente de modo más fácil.

Otra pregunta sería qué produce en las subjetividades el predominio de este tipo de encuentros llamados virtuales o digitales. En oposición a esta interrogación, las “juntadas”, o juntas con los cuerpos presentes allí, en reuniones masivas, fiestas, ¿son sinónimo de autenticidad?, ¿o es que siempre habrá relaciones verdaderas junto a otras truchas?, y que se puede estar solo en medio de una multitud. Hay que tener fe. (Me dice El optimista: Che, no seas pesimista. Prevalecerá lo verdadero).

Intento establecer qué tipo de posiciones subjetivas se van asentando en un mundo hiper determinado por las imágenes multiplicadas exponencialmente por las infinitas pantallas. Qué sucede por ejemplo a partir del exceso de información 24 sobre 24, 365 sobre 365. Qué sucede con la primacía de la imagen como medio de acceso a los datos de la realidad. Es que, como humanidad llevamos décadas de observar combates sanguinarios, bombardeos y catástrofes que producen impacto emocional las primeras veces y luego tal vez un acostumbramiento o adormecimiento de la sensibilidad. Posiblemente sea la forma en que vamos aceptando este mundo. Caótico, peligroso, a punto de estallar todo el tiempo en todos lados, un mundo sin las seguridades de antaño incluidas las incertidumbres que provocan las crisis bursátiles, bancarias, los estallidos económicos de las hipotecas, quiebras bancarias, desplome de economías, pérdida de puestos de trabajo de calidad bien remunerados, en blanco y que sean suficientes y durables.

Las matanzas de individuos en escuelas al modo de Collumbine retratadas en cine por Michael Moore hace años, no cesan. Las Torres Gemelas. Medio Oriente, Irak, Atocha, Beirut, Siria, Ucrania (Y la lista queda corta mientras los delitos violentos y seguidos de muerte asuelan las ciudades). Todo sucede en una pantalla siempre presente en nuestras vidas -a menos que nos aislemos expresamente de ese contacto visual-, como una especie de invasión o colonización de nuestra otrora tranquilidad del hogar, del auto, del viaje en colectivo o tren. También hace décadas aparecieron los dispositivos de audio que logran cierto aislamiento y creación de un clima artificialmente auto generado de calma y bienestar, al interior de los audífonos. Para muchos observadores, se ha impuesto tal vez como defensa ante esta realidad, el individualismo. No me debe importar porque no puedo hacer nada, y si no me pega en mi carne, en mi entorno inmediato, no me duele. ¿O es que me duele igual pero trato de ignorarlo? No lo registro, supuestamente todo pasa sin dejar huella. ¿Es así?

Otro aspecto importante a considerar es la pregnancia, la incidencia fuerte, de la imagen bella, placentera. Mujer Bonita, Metrosexual bien de gimnasio, ambos con muchos like en sus selfies. Algo tiene para decir el psicoanálisis: que la primera gran impresión a modo de huella instalada en el sistema nervioso y el psiquismo surge a modo de esbozos de imagen mediante la fascinación de la mirada a partir del tiempo de la teta o la mamadera, proporcionada por la madre o persona que la sustituya. Y que desde ahí, se instala con tanta fuerza esa pulsión que -luego de décadas de estudios impulsados por diversidad de objetivos buenos o malvados-, es posible que sean usadas -las imágenes seductoras- para ser conducidas, las personas, desde la imagen hacia alguna intención buscada, por la tendencia activada y promovida de ir tras lo bello. Que es factible sucumbir no ya al canto de sirena, sino al espejo de Narciso, ya que lo que se aprecia como positivo y agradable es lo que se ve parecido o igual a uno mismo. Eso da seguridad y satisfacción. Cómo pega esto en la relación amorosa o sexual es sugerida por el poeta catalán: “me gusta todo de ti, pero tú no, tu no”. Allí retrata Serrat en bella canción la diferencia entre la apariencia y el ser.

En este marco, cuando en el mejor de los casos se vive de manera positiva a la familia, la amistad, la pareja, el mundo de las relaciones, es cuando empieza a jugar la afectividad como lugar de “refugio”. Allí nos sentimos amados, en paz, protegidos. Pero ¿qué sucede cuando esto falla, falta, se rompe o se deteriora? Allí empieza un padecimiento que puede llegar a ser insoportable. Es motivo de numerosos pedidos de consulta psicológica.

Marcelo Cabeza: psicólogo argentino.  

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