Psicología, ¿para qué?
Por Marcelo Cabeza
¿Para qué sirve la consulta psicológica? ¿En qué casos puede ser de utilidad? ¿A qué se le llamaría tratamiento eficaz?
A veces la persona, enmarañada en las propias redes por ella tejidas, a veces enrollada en laberintos confeccionados por el entorno, lo que necesita es clarificar situaciones, relaciones, comprender sus propios actos, conocerse más a sí mismo, para poder salir de estancamientos, sobrellevar golpes abruptos, salir de encerronas que golpean fuerte el ánimo. Desde que Freud en el siglo XIX descubrió lo que llamó el inconsciente y lo inconsciente, nadie discute en distintas escuelas incluso no psicoanalíticas y en la cultura en general, que hay una “zona”, una parte de nosotros mismos que no conocemos y a menudo nos gobierna sin saberlo. Realizamos actos, o nos paralizamos en una inacción permanente o transitoria. Si bien no todas las terapias exploran el inconsciente, admiten su existencia y aceptan que hay cosas que escapan al campo de la conciencia (eso de lo que somos conscientes, lo que sabemos y vemos de nosotros mismos). Es del orden cotidiano comprobar que no somos conscientes de todo lo que hacemos, no tenemos conductas solamente racionales, es decir pensadas y decididas deliberada, libremente. A menudo, somos dominados por tendencias, inclinaciones, conductas repetitivas que nos hacen daño.
“Conócete a ti mismo” es un aforismo, una enseñanza concentrada en una frase de mucha sabiduría, atribuida a los antiguos griegos. Yendo más atrás en el tiempo y más hacia el Oriente, tenemos otra frase: Aprende a dominarte; porque quien logra hacerlo es el verdadero sabio, el que puede auto conducirse.
Hace poco, los argentinos tuvimos la fortuna, la alegría de ser y sentirnos campeones mundiales: ¿Cuánto auto conocimiento y auto disciplina fueron necesarios a estos astros que hicieron el milagro colectivo (jugadores, cuerpo técnico, colaboradores y hasta sus familias) para construirse como equipo tras un objetivo al tiempo que moldearse a sí mismos, para llegar a ser campeones mundiales de fútbol? Porque, primero hay que querer ser para después, poder. Y desde luego, hacer lo que haya que hacer para conseguirlo. Todo un trabajo.
Caminos para llegar
Órdenes religiosas y todo tipo de grupos abocados a algún tipo de cultivo del espíritu, tienen miles de técnicas, como por ejemplo el ayuno, para además de purificar el cuerpo, liberar el espíritu y conducir a la propia mente y el corazón por caminos que consideran rectos, y abrirse a la experiencia espiritual, meditar y latir con los acordes de sus enseñanzas y creencias según cada disciplina, filosofía o religión.
Sumergidos en el infernal ruido del mundo de “las redes”, -éste, nuestro mundo actual-, resulta difícil encontrar momentos para encontrarse solo consigo mismo, o frente a frente con quienes somos. Incluso más bien se utiliza el aturdimiento propio de la oferta infinita de imágenes y objetos placenteros, eventos, acciones individuales o colectivas, que nos hacen olvidar de quiénes somos. Y poderosas sustancias lícitas o prohibidas que anestesian, borran todo eje ordenador y desplazan el concepto de futuro como ancla de objetivos hacia dónde ir, congelan la vida en un eterno presente de supuesto puro placer. Luego se pagan las cuentas muy caro. Benjamín Disraeli, históricamente ubicado en la historia británica como “el Delfín” de la reina Isabel, dejó escrito que lo que más le agradecía a la política, es el olvido de sí. Parece que la conciencia puede llegar a incomodar, pero volviendo al comienzo, es menos costoso, menos dañino y destructivo, encontrarse con las verdades propias de quién y como es uno, asumiendo el desafío de emprender caminos terapéuticos. Vale esforzarse para poder, porque, “Al final, hay recompensa”.
Marcelo Cabeza: psicólogo argentino