Por Redacción Info al desnudo
Si hay algo que los gobiernos europeos parecen evitar por todos los medios es una confrontación directa con el Estado de Israel. Incluso cuando la evidencia de los hechos,desde los bombardeos de Gaza hasta los ataques a misiones humanitarias, haría legítimas las preguntas incómodas, las reacciones oficiales siguen siendo cautas, matizadas o completamente silenciosas.
No es sólo una cuestión de geopolítica o de relaciones históricas. Es también -y quizás sobre todo- una cuestión de infraestructura digital. Porque en los últimos veinte años, Israel se ha convertido en la “bóveda informática” de Occidente, en los programas informáticos israelíes es donde se ejecuta, almacena y protege parte de la información más sensible de los gobiernos, ministerios, fuerzas del orden y servicios secretos europeos.
Con el tiempo, el Estado de Israel ha construido un ecosistema tecnológico militar único, fruto de la imbricación de universidad, ejército e inteligencia. Es del departamento de élite de ciberinteligencia del Mossad de donde proceden muy a menudo los fundadores y ejecutivos de decenas de start-ups y gigantes de la alta tecnología que desarrollan herramientas de vigilancia, interceptación, elaboración de perfiles y control de datos que se venden a los gobiernos occidentales en forma de “seguridad nacional”.
Por no hablar del software que puede convertir un simple smartphone en un micrófono permanente sin dejar rastro. Hechos que muestran al mundo lo delgada que es la línea que separa la protección del espionaje. Hay países que utilizan productos israelíes para manejar datos clasificados. Si quisieran, los israelíes tendrían el mapa completo de las vulnerabilidades digitales del mundo.