contra la barbarie
Por Pedro Sassone. Sociólogo y diplomático venezolano.
Hace 49 años, la funesta dictadura en Uruguay, secuestraba y desaparecía a la maestra Elena Quinteros, una valiente y noble militante por las causas justas, quien en 1976 intentó salvar sus esperanzas y sueños buscando refugio en la Embajada de Venezuela, cuando aun la patria de Bolívar estaba dominada por el puntofijismo. Desde la actual Misión diplomática de la República Bolivariana de Venezuela en Uruguay, conscientes de que tenemos una responsabilidad en la preservación de la memoria histórica, llevamos a cabo este 14 de noviembre de 2025 un significativo evento, “Una noche de lectura por la memoria”, no solo para recordar a Elena Quinteros, cuyo nombre enaltece la biblioteca del centro Cultural Simón Bolívar, sino también para valorar su legado, reconstruyendo además los acontecimientos trágicos y criminales que marcaron su desaparición.
“Embajador, ayúdeme, asíleme”
Eran cerca de las 10 am del 28 de junio de 1976, Elena Quinteros, que ya había sido retenida y torturada, había logrado convencer a sus captores diciéndoles que tenía una cita con un importante compañero de lucha a quien les asegura que delataría y entregaría. De esta manera la llevaron hasta el Boulevar Artigas y Palmar, en Montevideo, lugar desde el cual ella sabía que podía llegar a la sede de la Embajada de Venezuela. Elena corre, tratando de escapar de sus represores, salta desde un muro colindante al jardín de la sede diplomática, pero las Fuerzas Conjuntas de la dictadura la persiguen irrumpiendo en el territorio venezolano.
Los funcionarios diplomáticos venezolanos para la época, el Consejero Frank Becerra y luego el secretario Carlos Baptista Olivares trataron de ayudar a Elena, se suscita un forcejeo entre los secuestradores y los funcionarios de la embajada. Los testigos aseguran que se oía la voz desesperada de la maestra que gritaba aterrorizada “Embajador, ayúdeme, asíleme, asíleme” (Olivera y Méndez, 2003).
Todo fue inútil, nadie pudo salvarla del cruel destino que con menos de 31 años de edad le esperaba, los demás asilados, entre ellos el periodista Alberto Grille, así como los vecinos de la embajada, fueron testigos inertes de la barbarie que se perpetuo en la sede diplomática. Los militares uruguayos arrastraron a Elena por los cabellos, en el violento forcejeo ella perdió un zapato (Castro, 2025). Por múltiples reconstrucciones se conoce que fue recluida y torturada en el centro de reclusión del batallón N°13 y hasta el presente su nombre forma parte de la larga lista de torturados y desaparecidos de la dictadura en Uruguay.
Violación del derecho internacional
Este bochornoso hecho, contra los derechos humanos y el derecho internacional, que se consumó en la sede de la Embajada de Venezuela en Uruguay, sin el consentimiento de las autoridades venezolanas, marcó la historia, de ambas naciones, en la identidad y en lo que tiene que ver con la amistad de los pueblos. El 5 de julio de 1976, la Misión Diplomática venezolana comunicó al gobierno de Uruguay la suspensión de las relaciones diplomáticas, cuya ruptura se extendió hasta 1985 con el fin del gobierno dictatorial.
Los ponentes en el evento “Una noche de lectura por la memoria”, Raúl Olivera y Sara Méndez, autores del libro “Secuestro en la embajada. El caso de la Maestra Elena Quinteros”, describieron como fue sin lugar a dudas un crimen violatorio del derecho internacional y de las normas diplomáticas que protegen a los requirientes de asilo.
Asimismo escuchar a Matías Castro escritor del libro, “Fragmentación de la existencia. Maestra Elena Quinteros”, nos hizo reflexionar que el secuestro de Elena Quinteros fue la consecuencia directa de su decisión de asumir frontalmente, de la mano con los estudiantes y los trabajadores, la lucha contra la dictadura, acumulando por ello el odio de sus enemigos para quienes su existencia y su liderazgo se convirtió en insostenible. Igualmente fue profundamente tocante el relato, del periodista Alberto Grille, militante de izquierda, quien fue testigo presencial de la violencia contra Elena Quintero, ya que para el momento del secuestro se encontraba asilado en la sede diplomática de Venezuela, para preservar su vida y la de su esposa.
Dos mártires: Jorge Rodríguez y Elena Quinteros
El martirio de Elena Quinteros se cruza con el devenir histórico en Venezuela, en Caracas se vivía supuestamente en una democracia en esos momentos y, por cosas del destino el gobierno venezolano de turno que rompió relaciones con Uruguay en 1976, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez fue el mismo que asesinó en julio de ese año a Jorge Rodríguez (padre del actual presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela), destacado dirigente político de la Liga Socialista venezolana, quien también era un educador dedicado a la lucha por un mundo más justo.
Los hechos históricos demuestran que fueron las mismas prácticas crueles que se aplicaron en las dictaduras del cono sur las cuales infligieron a Jorge Rodríguez, sometiéndolo a torturas inimaginables; sin ambos llegar a saberlo nunca, Jorge y Elena, en dos países diferentes a pocos días de diferencia, se convertían en mártires de un mismo sistema.
El maestro Jorge Rodríguez fue sometido el 23, 24 y 25 de julio de 1976 a torturas intensivas y profundas en casi todo su cuerpo, cuyo cadáver posteriormente rescatado quedó signado para siempre: “Las magulladuras encontradas en las muñecas de sus brazos permiten pensar que su cuerpo maniatado fue colgado tal vez de un árbol o en un poste. Tenía quemaduras de electrodos y de cigarrillos en varias partes de su cuerpo. En su abdomen presentaba una enorme mancha oscura, la autopsia demostró que le habían destrozado el páncreas, el hígado, los riñones. En su boca no quedó un solo diente ni un molar. En la noche de aquel domingo su cuerpo fue lanzado en un calabozo de esos que llaman “tigritos” que era ocupado por “un italiano” al cual sacaron y colocaron en otro calabozo. Allí, entre quejidos, en una vieja y sucia colchoneta y producto de la hemorragia interna, la vida física de Jorge se fue extinguiendo” (Roque, 2025).
Asesinatos políticos en la Cuarta República venezolana
El asesinato político fue una práctica común desarrollada en Venezuela por los gobiernos puntufijistas, durante los cuarenta años de la falsa democracia de la Cuarta República, antes de la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez. En las décadas de los años 60, 70 y 90, los partidos políticos gobernantes Acción Democrática (Derecha) y COPEY (Democracia Cristiana) desarrollaron un sistema de encarcelamiento, torturas y desapariciones llenando las cáceles venezolanas sobre todo con dirigentes de izquierda, hombres y mujeres, surgiendo los llamados Teatros de Operaciones, la Isla de Tacarigua, el Cuartel San Carlos, la Cárcel Modelo, etc. Además se impuso la persecución, la delación, el vejamen y atropellos de poblados, zonas campesinas y barrios enteros, así como también la muerte por fusilamiento de centenares.
Fueron más de cuatrocientos desaparecidos por los cuerpos represivos estadales, crímenes, violaciones y toda clase de monstruosidades contra el pueblo venezolano, pero bajo la máscara de la democracia gobernada por las élites puntofijistas. Las más abominables formas de afrenta contra la dignidad humana quedaron en la historia venezolana, miles de casos unos anónimos y otros que han sido denunciados, son emblemáticos entre ellos: Livia gouverneur, estudiante de la Universidad Central de Venezuela (UCV), que falleció en noviembre de 1966, asesinada por la gusanera bastitera exiliada en Caracas; Fabricio Ojeda, quien apareció muerto en los calabozos del Servicio de Información de las Fuerzas Armada (SIFA), como resultado de la parálisis del aparato respiratorio; Luis Hernández estudiante de sociología de la UCV, quien fue asesinado también por agentes del SIFA.
Recordar el pasado reciente es preservar la historia, pero no significa solo documentar, implica dar la batalla por la verdad histórica, asumir el riesgo que siempre se corre al afrontar y desenmascarar el horror imponderable que se vivió en tiempos pasados, luchando solo con las armas de la racionalidad y la lógica. Dejaremos en herencia a las próximas generaciones, esta férrea voluntad de lucha, por no olvidar, por no dejar pasar impunes a los victimarios, para que estos crímenes no se vuelvan a repetir nunca más.
Referencias bibliográficas
Castro, M. (2025). Fragmentos de existencia. Maestra Elena Quinteros. Montevideo: Editorial Casmus.
Olivera, R. y Méndez, S. (2003) Secuestro en la embajada El caso de la maestra Elena Quinteros. Montevideo: FUCVAM. Catedra de derechos humanos “Tota Quinteros”.
Roque, F. (2025). Jorge rodríguez, sus últimas horas de vida. Articulo Recuperado de https://intersaber.org/2025/09/08/jorge-rodriguez-sus-ultimas-horas-de-vida/