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Declaración de Belém Do Pará: una hoja de ruta para salvar la Amazonía

Por Yoselina Guevara López

Este martes 8 de agosto inició, en Brasil, la Cumbre de la Amazonía y la IV Reunión presidencial de los países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Como primer aporte de dicha Cumbre se emitió la Declaración de Belém Do Pará que fue firmada por los líderes y lideresas asistentes al vértice y la cual consta de 113 puntos encaminados a acordar metas comunes para el 2030 entre los cuales destacan “el combate a la deforestación, erradicar y detener el avance de las actividades de extracción ilegal de recursos naturales”. Esta declaración se presentará a la Organización de las Naciones Unidas y servirá de punto de debate para futuras reuniones internacionales sobre los efectos del cambio climático en el planeta, entre ellas la COP 28  a celebrarse en Dubái, Emiratos Árabes.

Reactivación de la OTCA

Esta es la primera Cumbre en 14 años de este grupo de ocho naciones, creado en 1995 por los países suramericanos que comparten la cuenca amazónica: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Pero esta alianza inició con el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) el 3 de julio de 1978 suscripto por los ocho países amazónicos, el cual está orientado a promover el desarrollo armónico de los territorios amazónicos. En la Declaración de Belém Do Pará se establece un apartado para el “fortalecimiento institucional de la OTCA y específicamente para la expansión de sus áreas de coordinación, cooperación y medios de implementación como instrumento para el desarrollo sostenible, armónico e inclusivo de la Amazonía y la mejora de las capacidades nacionales de los Estados Parte”. En este sentido las mejoras a nivel institucional de la OTCA permitirán coordinar las políticas regionales en el tema de la Amazonía de manera más efectiva. Sin duda la OTCA  se convierte de esta manera en un mecanismo de integración que va más allá de lo ambiental involucrando los ámbitos político, social y económico.   

Disensos: energía fósil versus energía verde

Durante este primer día de la Cumbre de la Amazonía emergió el disenso entre los países que integran la OTAC en  cuanto a la implementación una agenda energética más verde, no todos los miembros parecen tener las mismas prioridades. Por ejemplo el presidente brasileño  Lula Da Silva no parece alinearse con la política mundial de eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Brasil sigue teniendo planes para un enorme proyecto de perforación petrolífera en alta mar en la desembocadura del río Amazonas. Una posición que contrasta frontalmente con la del presidente colombiano, Gustavo Petro, para quien la eliminación de los combustibles fósiles es esencial para la protección de los bosques, quien declaró “Incluso si mantuviéramos la deforestación bajo control, la Amazonia se vería seriamente amenazada por el aumento del calentamiento global”.

El consenso entre los países signatarios de la OTAC  se mantuvo en los correspondiente a alcanzar el objetivo de “Deforestación Cero”; tema en el cual coincidieron el presidente Lula Da Silva y el mandatario venezolano, Nicolás Maduro Moros, quien estuvo representado por motivos de salud por la Vicepresidenta Delcy Rodríguez.

Los agentes destructores de la selva son los grandes agroindustriales, que queman los árboles para ganar tierras para la agricultura o la ganadería, los buscadores ilegales de oro y otros metales preciosos, la industria maderera y las actividades extractivas. La vida cotidiana en estas  regiones de la Amazonia se encuentra a menudo dominada por mafias criminales que obtienen grandes beneficios de estas actividades ilícitas o que utilizan los corredores fluviales y aéreos para el narcotráfico, la trata de personas y el transporte de mercancías de contrabando. De allí que la “deforestación” sea un primer paso que impediría y controlaría la realización de una serie de actividades delictivas.

Reto para la economía: cambiar el modelo

Venezuela propuso una hoja de ruta de 9 puntos, algunos de los cuales se encuentran insertados dentro de la Declaración de Belém Do Pará. En la exposición de dicha propuesta realizada por la vicepresidenta Delcy Rodríguez destaca la necesidad del cambio del modelo global de explotación hacia un desarrollo sostenible que frene la degradación ambiental que conlleva a la desigualdad social, la vulneración de los derechos humanos y la destrucción de los ecosistemas, especialmente de los pueblos indígenas y comunidades locales.

En este sentido Brasil, que posee el 60% del territorio amazónico, ha desarrollado durante décadas su economía sobre un sistema de explotación intensiva de la Amazonia lo que lo ha llevado a convertirse en el primer productor mundial de soja, cultivada en monocultivos, y el segundo de carne de vacuno, producida en explotaciones intensivas. Dos podiums que han hecho florecer su economía, aunque las nueve regiones de la Amazonia brasileña sigan figurando entre las más pobres del país, creando enormes desequilibrios económicos y sociales. La necesidad de crecimiento económico ha justificado la explotación ilimitada de los recursos medioambientales, creando un paralelismo entre el crecimiento del PIB de Brasil y la deforestación de la Amazonia.

De cumplirse los acuerdos alcanzados en la Declaración de Belém Do Pará, Brasil deberá cambiar su modelo de crecimiento, mediante una agricultura más sostenible y un sistema de producción no basado exclusivamente en las materias primas. No obstante según diferentes estudios (World Resource Institute, Banco Mundial) este drástico cambio no impedirá que el gigante suramericano siga creciendo económicamente al tiempo que preserva sus bosques y su biodiversidad.

Fin del terror y la persecución de los pueblos indígenas amazónicos

Entre  los acuerdos interesantes de la Declaración de Belém Do Pará se encuentran los correspondientes a los pueblos originarios, que en su apartado número 44 señala “Garantizar los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales y tradicionales en línea con los distintos marcos normativos de los Estados parte y en particular a través de la aplicación, monitoreo, reporte y verificación de las salvaguardas sociales y ambientales”. Con el cual se establecería la finalización de la persecución de los pueblos originarios, sobre todo en Brasil, los cuales durante el nefasto gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro vivieron las consecuencias de una agenda política que vulneró abiertamente los derechos y libertades constitucionales de los pueblos indígenas de Brasil, que están consagrados en el artículo 231 de la Constitución brasileña. Además, durante la presidencia de Bolsonaro, el crimen organizado en la Amazonía, que promueve el acaparamiento ilegal de tierras, la venta de madera y la minería, creció de forma exponencial, dañando como consecuencia los territorios indígenas.

Se acaba el tiempo para las futuras generaciones

Esta Cumbre Amazónica se está  celebrando en un momento crucial para nuestro planeta y para la lucha contra el cambio climático. El pasado mes de julio se registraron temperaturas récord con números que hacen temer que, sin una acción global, este calentamiento pueda convertirse en la nueva normalidad para el clima mundial con la proliferación de fenómenos climáticos como lluvias torrenciales, ciclones etc.

De acuerdo a los expertos hay tiempo solo hasta 2029 para salvar la Amazonia, fecha a partir de la cual la humanidad podría alcanzar el llamado “punto de no retorno”. Este es el veredicto de los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que se afanan en señalar que se puede hacer mucho y que, si actuamos con rapidez, es posible poner a salvo gran parte de la mayor selva tropical del planeta.

Por ahora dentro de la Cumbre de la Amazonía se han dicho buenos discursos y se han colocado por escrito muchas propuestas que abarcan diferentes campos, el siguiente paso es decididamente la acción coordinada para evitar que muera nuestra Amazonía, el pulmón vegetal de la humanidad, que alberga alrededor del 10% de la biodiversidad mundial y es un sumidero de carbono que en definitiva reduce el calentamiento global y garantiza la vida a todo nuestro planeta.

Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política, articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al inglés, italiano, griego y sueco. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional de Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela); I Concurso Memoria Histórica Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar. Twitter:  @lopez_yoselina #MundoTuit

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