Crisis política en Irak: asalto al parlamento iraquí e imposibilidad de formación de un gobierno nacional
Por Yoselina Guevara López
Este sábado 30 de julio, por segunda vez en la misma semana, cientos de seguidores del clérigo chií iraquí Muqtada Al-Sadr irrumpieron en el Parlamento de Irak enfrentándose a las fuerzas de seguridad, quienes los reprimieron con gases lacrimógenos para después abandonar el lugar. La protesta se desarrolla por el nombramiento del nuevo primer ministro, Mohammed Shiya Al-Sudani y ya tuvo un primer asalto el 28 de julio. Así mismo el domingo 31 de Julio los manifestantes decidieron pernoctar y permanecer en el interior del recinto gubernamental. Estos acontecimientos están catapultando al país a una crisis política debida a la lucha de poderes entre los dos principales grupos chiíes: la coalición del llamado “Marco de Coordinación”, apoyada por Irán, y el movimiento liderado por Al-Sadr que se opone de hecho a la injerencia extranjera (iraní y estadounidense); no han logrado establecer un acuerdo para la formación del gobierno.
Causas de la crisis política
Las últimas elecciones parlamentarias de Irak se llevaron a cabo el 10 de octubre de 2021, a las cuales fueron convocados cerca de 25 millones de votantes para elegir 329 escaños parlamentarios entre 3.449 candidatos; la participación, según la Comisión Electoral Suprema de Irak, fue del 41 %.
Los resultados de los comicios dieron como ganador de las elecciones el movimiento de Muqtada Al-Sadr cuya principal propuesta eran romper con el sistema de reparto religioso y étnico de los cargos, introducido tras la caída de Sadam Husein, y con la tradición de que todas las fuerzas chiíes formaran parte de un “gobierno de consenso”.
A pesar de la victoria electoral de Al-Sadr, con la cual obtuvo 73 escaños de los 329 totales, no alcanzó la “supermayoría” de dos tercios para elegir a un presidente que exige la ley iraquí. Por esta razón no funcionó su intento de formar un gobierno de “mayoría nacional” que representara a los distintos grupos étnicos con kurdos y musulmanes suníes, pero que inevitablemente habría marginado a los demás partidos chiíes vinculados a Irán.
Ante este fracaso Al-Sadr señaló en un discurso televisivo a finales de junio “si la permanencia del bloque sadrista (en el Parlamento) es un obstáculo para la formación del gobierno, entonces todos los legisladores del bloque están honorablemente dispuestos a dimitir”. Tras las declaraciones de Al-Sadr se hizo efectiva la renuncia de los representantes parlamentarios de su bloque lo cual permitió que se juramentaran 64 nuevos legisladores, convirtiendo al bloque contrario a Al-Sadr, de corriente proiraní, en el más numeroso dentro del Parlamento. Cabe resaltar que la ley iraquí estipula que en caso de dimisión de un diputado, el candidato que haya quedado en segundo lugar en las elecciones ocupará el escaño vacante; es decir la juramentación de estos 64 nuevos legisladores estaría dentro de la ley.
Teniendo una mayoría dentro del Parlamento la oposición a Al-Sadr nombró recientemente como nuevo primer ministro a Mohammed Shiya Al-Sudani, antiguo ministro y gobernador provincial, acusado de corrupción por sus opositores, considerado demasiado cercano a Teherán, y cuyo nombramiento se ha convertido en el motivo central de las protestas de los simpatizantes de Al-Sadr.
La decisión de los legisladores sadristas de renunciar, corre ahora el riesgo de convertirse en un peligroso bumerán para la estabilidad si sus millones de simpatizantes deciden desafiar la legitimidad de sus oponentes en las calles, sumiendo al país en el caos de una posible guerra civil.
¿Quién es Muqtada Al-Sadr?
No cabe duda que Al-Sadr es un líder carismático, que goza del respeto y la lealtad de cientos de seguidores. Nació en Nayaf (Irak), en el seno de una familia chiíta muy influyente, tuvo que enfrentarse cuando era niño a la persecución de Saddam Hussein contra los opositores chiítas. Su familia sufrió el asesinato de varios miembros durante el régimen de Hussein, entre ellos dos hermanos de Muqtada Al-Sadr; su pariente el gran Ayatolá Mohammed Baqir Al-Sadr, asesinado en 1980; su padre, el gran Ayatolá Mohammad Sadeq Al-Sadr, que fue brutalmente torturado y ejecutado.
Muqtada Al-Sadr, tras la invasión estadounidense de Irak en 2003, lideró la insurgencia iraquí, a la que llamó resistencia, contra la presencia militar estadounidense. Su brazo armado, el Ejército del Mahdi, mantenía sólidas relaciones con Irán, sin embargo entre 2005 y 2008 los miembros de estas milicias se les acusó y culpó de haber cometido graves atrocidades contra la comunidad suní, especialmente en Bagdad.
Unos años más tarde, Al-Sadr comenzó su metamorfosis, hasta que en el año 2013, apoyó públicamente la causa de los manifestantes, mayoritariamente árabes suníes, que paralizaron todo el centro-oeste de Irak en abierta oposición a las políticas sectarias adoptadas por el ex primer ministro chií Nuri Al-Maliki, cercano a Teherán.
En 2014, la implacable ofensiva del Isis en Irak llevó a Al-Sadr a cambiar el nombre de su “Ejército de Mahdi” a «Brigadas de la Paz». En este periodo se observa el creciente distanciamiento entre Al-Sadr e Irán, de hecho hay indicios que señalan que los milicianos sadristas no colaboraron activamente con los combatientes pro iraníes y el ejército iraquí en contra del Isis. Es posible que esto haya sido más que por una razón ideológica o religiosa, por un factor económico ya que los soldados de Al-Sadr no recibieron ni financiamiento, ni apoyo político, ni siquiera armas del gobierno iraní; lo cual puede haber marcado la ruptura con Teherán.
En el año 2016 el movimiento de Al-Sadr se fortaleció e inició un acercamiento con los comunistas iraquíes, a los que hasta hacía unos años había calificado como un grupo de “infieles”. Fue Al-Sadr quien lideró una gran protesta popular contra la corrupción, que culminó con la ocupación del Parlamento de Bagdad durante unos días; esta última fue una acción pacífica en la cual no hubo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Pero su vinculación con comunistas y liberales recibió en ese momento el rechazo del ayatolá Ali Jamenei, líder espiritual supremo de Irán.
Muqtada Al-Sadr ha demostrado ser abiertamente anti yanqui, e inclusive fue calificado por la Casa Blanca como la mayor amenaza para la estabilidad y la seguridad de Irak. Como hemos señalado anteriormente su programa de gobierno, está centrado precisamente en la guerra contra la corrupción y la pobreza, combinado con un feroz nacionalismo destinado a contrarrestar la injerencia extranjera en Irak, tanto de Estados Unidos como de Irán.
¿Qué puede suceder en Irak? No existe un pronóstico preciso, de hecho hay levantamientos individuales de militares en apoyo a Al-Sadr, pero se deben esperar las próximas horas para saber si realmente tienen la fuerza que necesitarían para dar un golpe de Estado, y si verdaderamente esto sería aceptado en esta convulsionada región sin la intervención extranjera. El panorama en Bagdad es tan incierto como la llegada de las tormentas de arena en el desierto.
Yoselina Guevara López: comunicadora social, analista política, articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al inglés, italiano, griego y sueco. Ganadora en Venezuela del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022, mención especial Opinión y Premio Nacional de Periodismo Anibal Nazoa 2021.