Por ACNUR
Millones de refugiados, personas obligadas a huir y sus comunidades de acogida están atrapados en un ciclo creciente de conflictos y condiciones meteorológicas extremas, según un nuevo informe publicado hoy por ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. El informe advierte de que las perturbaciones climáticas están minando las posibilidades de recuperación, aumentando las necesidades humanitarias y amplificando los riesgos de desplazamientos repetidos.
A mediados de 2025, 117 millones de personas se habían visto obligadas a huir a causa de la guerra, la violencia y la persecución. Tres de cada cuatro viven en países expuestos a riesgos climáticos elevados o extremos. En los últimos 10 años, las catástrofes relacionadas con el clima han provocado el desplazamiento de unos 250 millones de personas dentro de su propio país, es decir, unas 70.000 al día. Ya sean las inundaciones en Sudán del Sur y Brasil, el calor récord en Kenia y Pakistán o la escasez de agua en Chad y Etiopía, las condiciones meteorológicas extremas están llevando al límite a unas comunidades ya de por sí frágiles.
«En todo el mundo, los fenómenos meteorológicos extremos están poniendo en peligro la seguridad de las personas. Están interrumpiendo el acceso a los servicios esenciales, destruyendo hogares y medios de subsistencia y obligando a las familias, muchas de las cuales ya han huido de la violencia, a huir de nuevo», declaró Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. «Se trata de personas que ya han sufrido inmensas pérdidas y que ahora se enfrentan de nuevo a las mismas penurias y devastación. Están entre los más afectados por las graves sequías, las inundaciones mortales y las olas de calor sin precedentes, y sin embargo disponen de recursos mínimos para recuperarse».
En muchos lugares, los sistemas básicos de supervivencia están bajo presión. En algunas zonas de Chad afectadas por las inundaciones, los refugiados recién llegados de Sudán, país devastado por la guerra, reciben menos de 10 litros de agua al día, muy por debajo de las normas de emergencia. En 2050, los campos de refugiados más calurosos podrían experimentar casi 200 días al año de peligroso estrés térmico, lo que supondría graves riesgos para la salud y la supervivencia. Muchos de estos lugares corren el riesgo de convertirse en inhabitables debido a la combinación letal de calor extremo y alta humedad.
La degradación medioambiental agrava los problemas a los que se enfrentan las comunidades. Los nuevos datos del informe revelan que tres cuartas partes de las tierras de África se están deteriorando y que más de la mitad de los asentamientos de refugiados y desplazados internos del continente se encuentran en zonas sometidas a graves tensiones ecológicas. Esto está reduciendo el acceso a los alimentos, el agua y los ingresos. En algunas partes del Sahel, las comunidades informan de que la pérdida de medios de subsistencia relacionada con el clima está empujando a la gente a unirse a grupos armados, lo que demuestra cómo el estrés medioambiental puede alimentar los ciclos de conflicto y desplazamiento.
Al mismo tiempo, la escasez de fondos y un sistema de financiación climática profundamente injusto están dejando a millones de personas desprotegidas. Los países frágiles y afectados por conflictos que acogen a refugiados reciben sólo una cuarta parte de la financiación climática que necesitan, mientras que la gran mayoría de la financiación climática mundial nunca llega a las comunidades desplazadas o de acogida.
«Los recortes de financiación están limitando gravemente nuestra capacidad para proteger a los refugiados y a las familias desplazadas de los efectos de las condiciones meteorológicas extremas. Si queremos estabilidad, debemos invertir allí donde las personas corren más riesgo. Para evitar nuevos desplazamientos, la financiación climática debe llegar a las comunidades que ya viven en condiciones precarias», añadió Grandi. «No se las puede dejar solas. Esta COP debe producir acciones concretas, no promesas vacías».
A pesar de los retos, ACNUR insiste en que las soluciones son posibles. Las comunidades de desplazados y de acogida pueden ser poderosos agentes de resiliencia, pero solo si se las incluye en los planes climáticos nacionales, se las apoya con inversiones específicas y se les da voz en las decisiones que afectan a su futuro. Sin embargo, la mayoría de los planes climáticos nacionales siguen dejando de lado a los refugiados y otras personas desplazadas, así como a sus comunidades de acogida.
Mientras el mundo se reúne para la COP30, ACNUR insta a los gobiernos, a las instituciones financieras y a la comunidad internacional a actuar con decisión. Incluyendo a las personas obligadas a huir y a las comunidades de acogida en la planificación y la toma de decisiones sobre el clima, invirtiendo en la adaptación y el aumento de la resiliencia, y garantizando que la financiación climática llegue a quienes están en primera línea.