Por Yoselina Guevara López
El presidente estadounidense Donald Trump y el líder de la República Popular China, Xi Jinping, se reunieron el 30 de octubre de 2025, en Busán, Corea del Sur, en un encuentro que marcó un punto de inflexión táctico en la relación entre ambas potencias. No obstante los resultados positivos alcanzados en la cumbre, sigue latente la rivalidad entre ambas potencias, pero los acuerdos alcanzados son importantes, sobre todo porque indican que ambas preservan canales eficaces de comunicación política, comercial y militar. Trump y Xi Jinping intercambiaron concesiones sin abordar las causas profundas de la tensión: la competencia por el liderazgo global y la definición del nuevo orden mundial.
Elecciones norteamericanas de medio mandato
Trump estaba interesado en establecer esta especie de tregua comercial con China sobre todo de cara a las elecciones de mitad de mandato del próximo año en los Estados Unidos, en las cuales los ciudadanos votarán para determinar qué partido político controlará las dos cámaras del Congreso. Actualmente el Partido Republicano, del presidente Donald Trump, controla ambas cámaras, pero sus mayorías son muy estrechas, 53-47 en el Senado y 219-213 en la Cámara de Representantes. Para que el partido del mandatario norteamericano triunfe en los próximos comicios debe obtener una aprobación popular por encima del 50% y, en el caso de Trump, algunas encuestas recientes revela que su aprobación es del 45,3%, con una desaprobación del 51,9%.
Por otra parte el presidente norteamericano tenía que irremediablemente lograr un acuerdo con Pekín para resolver el problema de la exportación de soja, cuyos productores estadounidenses, importante sector de electores de Trump, estaban al borde del desastre por la falta de compra de China, su principal cliente. De hecho la sobreproducción de maíz y soja aunado al aumento de los costos de maquinaria y fertilizantes ya estaban ejerciendo presión sobre los presupuestos de los agricultores.
Ascenso de China
Esta cumbre nos indica que el ascenso de China está definitivamente contribuyendo a crear un nuevo orden mundial, con un equilibrio de poder diferente al que estábamos acostumbrados desde la Segunda Guerra Mundial y que cada vez es más lejano al conformado con la caída de la Unión Soviética.
La postura de Pekín, sin sonrisas exhuberantes ni halagos a Donald Trump, muestra que en el tablero geopolítico no se encuentra minimizada o relegada, básicamente por tres razones: primero por la producción de tierras raras, minerales esenciales para la industria global de alta tecnología y el armamento más sofisticado, lo que le ha otorgado un gran poder de negociación. Segundo China ha logrado la diversificación en el comercio internacional, con la participación de Estados Unidos reducida al 12 % en 2024, mientras que la de otros bloques ha aumentado, principalmente la ASEAN y países emergentes. Tercero el descomunal avance tecnológico de China, que la hace menos dependiente de las economías más avanzadas que en el pasado.
Asimismo en los últimos cinco años, la industria manufacturera china ha experimentado un crecimiento exponencial, sus fuerzas armadas han adquirido y desarrollado numerosas armas nuevas y su influencia internacional ha aumentado, especialmente en los países del Sur Global. Por lo tanto, es natural que, a medida que China continúa su ascenso, cualquier acuerdo integral con Estados Unidos se vuelva más difícil.
Acuerdos alcanzados: aranceles reducidos
Al finalizar la reunión, que el propio Trump calificó de “extraordinaria”, Washington anunció una reducción de los aranceles a las importaciones chinas en un 10%, del 57% al 47%, retirando la amenaza norteamericana de imponer un 100%. Los aranceles no son una medida nueva, no obstante la pasada espectacularización del mandatario norteamericano del lanzamiento de los mismos, su aplicación precisamente a China ya había sido realizada tanto por Obama y Biden.
Trump a su base electoral le ha vendido la idea de repatriar la producción manufacturera a Estados Unidos, pero es prácticamente imposible recuperar un aparato productivo que por años ha sido desmantelado, solo con la imposición de aranceles. En todo caso a nivel geopolítico Washington con Trump se encuentra en una diatriba, como hegemón no puede razonar como un comerciante; es decir o es una potencia mundial y, por lo tanto, un comprador de productos ultimados o recursos, o se convierte en un exportador y, por lo tanto, un país poderoso a nivel comercial, perdiendo áreas de subyugación o que sean dependientes.
Eliminación de los controles a las exportaciones de tierras raras
Regresando a la reunión de Busán, China se comprometió a eliminar durante un año los controles que han ralentizado en los últimos meses el flujo de tierras raras hacia Estados Unidos y otros países aliados de Washington. Más allá de los aranceles, la cuestión crucial reside en que estos minerales que son esenciales para alta tecnología, energías renovables, vehículos eléctricos, medicina y defensa entre otras aplicaciones.
Pekín controla más del 70% de la producción mundial y ya había amenazado con limitar las exportaciones en respuesta a la presión estadounidense. Trump, al declarar que “China no impondrá controles”, intentó tranquilizar a los mercados y demostrar que la confrontación económica no había escalado a un conflicto abierto. Sin embargo, los acuerdos firmados por Washington con Japón y los países del sudeste asiático para diversificar los suministros revelan el verdadero objetivo de Estados Unidos: reducir gradualmente la dependencia industrial de los suministros chinos, incluso a costa de un período prolongado de inestabilidad comercial.
Aumento de importaciones agrícolas estadounidenses en China
China también acordó aumentar las importaciones de soja y otros productos agrícolas procedentes de Estados Unidos; que estaban en cero en el mes de septiembre. Pekín había implementado una estrategia de diversificación de sus importaciones de soja en los últimos meses, por lo que es improbable que aumente las importaciones procedentes de Estados Unidos más allá de cierto límite. Es decir la promesa de China de nuevas compras parece más simbólica que sustancial. Como ya señalamos anteriormente el presidente estadounidense busca fortalecer la base agrícola del Medio Oeste.
Taiwán fuera de la mesa de negociación
Dentro de la información que emana de esta cumbre de Busán, no fue abordado el tema de Taiwán. Las políticas de Pekín al respecto de Isla de Formosa se mantienen constantes reiterando sus líneas rojas: ningún apoyo al gobierno del Partido Democrático Progresista en Taiwán, suministro de armas dentro de los límites permitidos por la Ley de Relaciones. La reunificación de Taiwán con China continua a ser un objetivo estratégico para Pekín, que tarde o temprano lo llevara a cabo, pese a que las proyecciones no son que se realice de manera pacífica, es decir sin que se suscite de por medio un conflicto de tipo bélico. El encuentro de Busán dejó abiertos otros temas importantes, como la finalización de la Guerra en Ucrania o la nueva carrera por la inteligencia artificial, que tal vez sean tratados en la visita de Estado de Trump a China en abril de 2026, o la posterior gira oficial de Xi Jinping a los Estados Unidos para el próximo año.
Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política,
articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al inglés, gallego, italiano, griego y sueco. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional de Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela); I Concurso Memoria Histórica Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar. Autora del libro “Fascismo y nazismo evolución de la violencia hasta nuestros días”.