Por Redacción Info al desnudo
La noticia de que Polonia se ha convertido en el principal comprador de drones fabricados en Taiwán no es sólo un hecho comercial: revela una reorganización estratégica en el corazón de Europa del Este. Varsovia absorbe ahora el 60% de las exportaciones de drones de Taipei, unos 32 millones de dólares en los ocho primeros meses de 2025, y el fabricante Ahamani ha anunciado la apertura de una fábrica en suelo polaco. Se trata de un movimiento que marca la evolución de Polonia de mero cliente a socio industrial, con el objetivo de construir una cadena de suministro autónoma de sistemas no tripulados, en claro contraste con la oferta china dominante en el mercado mundial.
El auge polaco se deriva de la experiencia ucraniana; desde 2022, los drones han transformado el campo de batalla, convirtiéndose en armas decisivas para el reconocimiento de bajo costo, la logística y los ataques selectivos.
La cooperación con Taiwán responde a dos lógicas: garantizar la continuidad del suministro en caso de crisis con China y reforzar la capacidad de producción nacional ante amenazas híbridas o conflictos regionales. La transferencia de conocimientos técnicos prometida por Ahamani permitirá a Varsovia reducir su dependencia tecnológica y convertirse en un centro europeo de sistemas semiligeros. A diferencia de muchos programas de la UE que aún están en fase de planificación, este eje será operativo, con un impacto inmediato en el empleo y la balanza comercial.
La apuesta polaca refuerza el pilar oriental de la OTAN, pero obliga a la Unión a enfrentarse a una nueva geoeconomía de la defensa, el futuro del campo de batalla dependerá cada vez más de la microelectrónica, el software y las capacidades nacionales de producción. El eje Varsovia-Taipei ofrece a Europa una alternativa extrachina, pero también abre un frente de competencia industrial nacional con los grandes programas franco-alemanes. Si Ucrania es hoy el laboratorio táctico de los drones, Polonia aspira a convertirse en su factoría continental; un papel que podría cambiar los equilibrios económicos y políticos dentro de la Unión, proyectando a Varsovia como potencia tecnológico-militar regional.