Resistencia y lucha frente a la insurgencia del poder imperial norteamericano en Venezuela

Por Pedro Sassone

Diplomático, sociólogo y escritor venezolano

Venezuela actualmente enfrenta  las amenazas del imperio norteamericano, con la implementación de una estrategia de “Máxima presión”, para intentar provocar un cambio de gobierno, romper la resistencia, la unidad del pueblo venezolano bajo el liderazgo del presidente Nicolás Maduro, y evitar la profundización de la Revolución Bolivariana.

En este artículo se analizan los  alcances de los ataques de Estados Unidos a Venezuela, para ello tomaré  como referencia el texto de Gilberto  López de 2012, Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos, donde  se analiza el “Manual de contrainsurgencia del Ejército de Estado Unidos FM -24 y el complejo militar-antropoógico. Antropology Today, Volumen 23, No 3-24, june 2007”.

López reflexiona en torno a la “Doctrina de guerra” de Washington  haciendo puntualizaciones importantes sobre la implementación de rutas culturales para romper las redes de resistencia, las batallas de la narrativa, el debilitamiento de la unidad nacional y como todo ello va enfocado netamente a debilitar el control y la legitimidad de un gobierno nacional a través de operaciones culturales y psicológicas, es decir, no solo mediante una intervención militar.

En este caso haré un análisis comparativo con respecto a la realidad que vive Venezuela, para ello he tomado conceptos y definiciones analizados por Gilberto López, en el referido texto, ajustándolos al contexto de la coyuntura actual, para descifrar el alcance de la estrategia de la “Máxima presión” utilizada por Estados Unidos para intentar el cambio de gobierno en Venezuela, léase acabar con la Revolución Bolivariana e imponer un gobierno títere bajo el control norteamericano.

Romper las redes de resistencia

Esta dimensión es clave para el análisis, siendo una estrategia histórica de la política imperial, a través de la cual han tratado de descodificar el comportamiento social de los pueblos; para ello utilizan todo el andamiaje de las ciencias sociales, y sus representantes, para la manipulación y utilización del conocimiento socio-antropológico, para tergiversar la realidad histórica, en un marco de “Guerra cognitiva”.

A este factor cultural se hace necesario ponerle mucha atención, tal como ha sido la experiencia de intervenciones militares de Estados Unidos en el mundo, de tal forma que el estudio de identidad nacional cultural e ideológica es uno de los objetivos a conocer, por la política intervencionista imperial y sus mecanismos de dominación de la subjetividad.

Es por ello que se ha tratado de minimizar desvirtuar o banalizar los factores que le dan sentido a la Revolución Bolivariana, como son los valores históricos Bolivarianos, la identidad del ser venezolano, el sentido de pertenencia, la solidaridad y la integración comunitaria y el legado identitario del Comandante Chávez.

Esta operación a nivel cultural la realizan desde las universidades con textos académicos de colonización del pensamiento, pero también en el campo práctico de algunas Organizaciones no gubernamentales con vinculación sobre todo con Washington, que pregonan la antipolítica, el rechazo a la participación política de los venezolanos y a las políticas públicas implementadas por el Gobierno venezolano en beneficio de la colectividad. Se trata de inculcar una actitud derrotista, pesimista frente a la realidad de lucha y, promover valores individualistas, antinacionales de entrega a los intereses extranjeros.

En este sentido, el 14 de agosto de 2025 durante la clausura del I Congreso Pedagógico de Maestras y Maestros Bolivarianos, el presidente Nicolás Maduro indicaba: “(…)Hay batallas de batallas: La batalla de la llamada guerra cognitiva por la mente, para colonizar las mentes y dominar al mundo por parte del imperialismo (…)”.

La diplomacia de las cañoneras

Se trata del uso del poder militar por parte de los centros hegemónicos colonialistas, para imponer sus intereses a través del simbolismo del poder militar en el despliegue de maniobras en aguas internacionales, tal como sucede en la actualidad con la presencia militar de Estados Unidos en el Mar Caribe, tal como indicó el presidente Nicolás Maduro, en la Rueda de Prensa Internacional del 1 de septiembre de 2025:“(…) Venezuela está enfrentando la más grande amenaza que se haya visto en nuestro Continente en los últimos cien años; ocho barcos militares, con 1.200 misiles y un submarino nuclear, apuntan a Venezuela. Es una amenaza extravagante, injustificable, inmoral, y absolutamente criminal, sangrienta. Ellos han querido avanzar hacia lo que llaman la máxima presión, en este caso es militar y ante la máxima presión militar nosotros hemos declarado la máxima preparación para la defensa de Venezuela(…)”.

Esta modalidad sustituye la vía diplomática del diálogo para intentar la disuasión a través del miedo, en términos de producir parálisis y que las fuerzas revolucionarias cedan frente a la injerencia del poderío imperial, en dicha Rueda de prensa el mandatario nacional señaló: “(…) O es que quieren que vuelva la diplomacia de las cañoneras que te ponen 1.200 misiles y te dicen acepta esto, esto y esto. No con nosotros eso no va. Eso no va con nosotros. Así pongan 10.000 misiles sobre la cabeza nuestra, eso no va con nosotros.  A los venezolanos se respeta porque somos gente de dignidad. (…) “la diplomacia de las cañoneras es una opción errática, equivocada, que le han impuesto al presidente Donald Trump (…)”

La batalla comunicacional

Este es un campo de acción muy importante en la guerra de insurgencia patrocinada por Estados Unidos, tal como indican sus manuales donde la lucha ideológica en el campo de la información es una arma estratégica y política (López Gilberto 2012¨), donde la percepción ficticia de lo que ocurre u ocurrió importa más, que lo que pasó realmente. Tal como sucedió en Libia con el supuesto intento de masacrar a la población civil en Bengasi por parte de Gadafi, cosa que nunca sucedió, sirviendo de justificación para que las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invadieran y destruyeran ese país y se apoderaran de sus recursos naturales.

Venezuela es víctima de una narrativa destructiva sin límites con los niveles de mentiras, con la manipulación descarada a nivel mundial capitaneada por los grandes medios de comunicación y replicada por las redes sociales tratando de proyectar la falsa figura del presidente Nicolás Maduro como parte de un “Cartel de los soles” inexistente, la confusa destrucción de una embarcación de pequeñas dimensiones con un supuesto cargamento de droga en el Caribe, todo ello enfocado a la construcción de una narrativa de desprestigio de la figura del Mandatario venezolano y con mayor énfasis en las principales autoridades militares y civiles,cuyo objetivo es destruir la imagen ética, la jerarquía, la legalidad y legitimidad de la figura del Presidente Maduro y del Gobierno nacional.

En el caso venezolano los Estados Unidos ha llegado a límite de ofrecer una recompensa en dinero por la entrega del Jefe de Estado y de otras líderes políticos, lo cual busca promover la violencia, las aventuras terroristas al interior de Venezuela y la desestabilización. El propósito intrínseco es envenenar la psiquis de la población y de la comunidad internacional para convencer y adormecer la opinión pública mundial que conduzca a justificar la invasión militar en Venezuela.

Paramilitarismo, crimen organizado y saboteo

Se trata de una guerra de desgaste para debilitar la seguridad nacional, que tiene varias expresiones armadas y violentas que atentan contra la tranquilidad y la seguridad ciudadana, proyectando una imagen de desestabilización e ingobernabilidad. La misma ha tenido sus expresiones con la penetración de paramilitares en la frontera con Colombia, y en el territorio nacional para atentar contra la vida de dirigentes políticos, golpeando y saboteando la infraestructura eléctrica, el bloqueo de las plataformas tecnológicas, saboteos en el funcionamiento de los servicios públicos, tratando a la vez de incentivar el crimen organizado trasnacional, para crear grupos armados de facto para el control del territorio, además de penetrar organismos policiales.

Esta estrategia, de la doctrina estadounidense de incentivar el paramilitarismo y la delincuencia organizados, ha estado acompañada en Venezuela desde el inicio de la Revolución Bolivariana, con el financiamiento de grupos violentos de la ultraderecha, para la insurgencia de calle, su entrenamiento como fuerza de choque los cuales se han puesto en marcha desde el inicio del gobierno del Comandante Chávez y el Presidente Nicolás Maduro y más recientemente desplegada por la opositora María Corina Machado durante las elecciones del 28 julio del 2024, con la organización de los comanditos del terror y el asesinato de lideresas y líderes revolucionarios.

En la actualidad se han neutralizado y denunciado intentos desestabilizadores terroristas que se han frustrado a través de la acción de los organismos de inteligencia nacional que han permitido al Estado venezolano incautar hasta una tonelada y media de explosivos en empresas de servicios para la industria petrolera, de manera ilegal, destinados a hacerle daño a la industria petrolera y a la población. Asimismo, los organismos de seguridad venezolanos incautaron armamento, fusiles de alta precisión usados por francotiradores, municiones y otros tipos de armas que iban a ser utilizados por grupos organizados y financiados por la extrema derecha para llevar a cabo planes terroristas en diferentes zonas del país con el objetivo de generar la violencia y la desestabilización.

Debilitamiento de la institucionalidad

El propósito dentro de la estrategia de insurgencia, es producir un vacío y la ingobernabilidad, mostrando un Estado deslegitimado de su fuente de soberanía, el cual no es capaz de garantizar el funcionamiento de las instituciones públicas, facilitando la declaratoria de un Estado fallido, y activando los mecanismos para que un gobierno legitimo sea sustituido por poder paraestatales. Toda esta intervención se llevaría a cabo bajo el control del imperio norteamericano o de organismos internacionales, para producir un cambio de régimen con la aprobación de la comunidad internacional.

Esta estrategia ha tenido diferentes fases de acuerdo a los momentos de presión, en la coyuntura actual, se han enfilado todas las baterías de ataque despiadado en contra de la figura del presidente Nicolás Maduro, como Jefe de Estado y de Gobierno, tratando de desprestigiarlo a través de la narrativa comprobadamente falsa del narcotráfico y el narcoestado, la cual se desmonta con el Reporte Mundial sobre Drogas 2025, publicado por la Oficina de la Organización de Naciones Unidas (ONU) contra la Droga y el Delito, el cual señala que Venezuela se mantiene libre de cultivos ilícitos, y laboratorios de procesamiento.

Pero esta operación debe ser entendida como arma de guerra para corroer la institucionalidad de la Presidencia de la República y de la institución castrense para debilitarla en su misión de garantizar la integridad territorial y la seguridad de la Nación. En tiempos electorales, se ataca al Consejo Nacional electoral, para deslegitimar los resultados electorales, acusando a la institución del poder electoral de no garantizar la transparencia y el secreto del voto y la voluntad soberana del elector, sobre todo si los resultados no favorecen a los sectores opositores; pero a la vez los sectores radicales adversos a la Revolución Bolivariana promocionan la abstención para deslegitimar los comicios electorales, instalan un CNE, paralelo para debilitar la participación y el interés por la política y quitarle importancia a la realización de 33 eventos electorales regionales y nacionales totalmente democráticos sin incluir las consultas populares llevadas a cabo dentro de la estructura comunales a lo largo de todo el territorio nacional.

Fortalecimiento de la formación política

En la coyuntura de amplia movilización para la defensa frente los ataques del imperio norteamericano que correctamente ha ordenado el Presidente, en perfecta unidad popular militar policial, debe estar acompañado del análisis y reflexión, del conocimiento de las doctrinas de guerra difusa que están implementando contra Venezuela, para generar una resistencia social y cultural. Todo ello es necesario para identificar los diferentes vectores de acción y generar una capacidad de respuesta, de esta manera se generará la conciencia que permita fortalecer todas las formas de lucha y organización para enfrentar el imperio, en esta nueva escalada que una vez más intenta acabar con la Revolución Bolivariana, contra la cual no han podido ni podrán.

Nota: artículo publicado en la edición impresa del Correo del Orinoco, Venezuela, el 13 de septiembre de 2025.

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