por Mumía Abú-Jamal  28-10-2014

InformacionAlDesnudo.com

Ésto quizás caiga a algunos como sorpresa, porque parece ilógico, pero Estados Unidos no odia a Palestina.

¿Estados Unidos provée armamentos y financia a Israel, némesis de Palestina? — Sí.
¿Estados Unidos vota consistentemente con Israel en las Naciones Unidas, ONU –aún cuando ese voto va contra la absoluta mayoría de la naciones del mundo? — Sí.
¿Estados Unidos muy silenciosa y clandestinamente permitió a Israel llegar a ser un país con poderío nuclear? — Sí.

Todo ésto es verdad; pero Estados Unidos no odia a Palestina. La verdad es muchísimo peor, porque ser rechazado es mucho más grave y peor que ser odiado.

Palestina, su pueblo, su historia, su cultura, su arte, su poesía, su misma tierra, son rechazados como meras tonterías por el Imperio de los Estados Unidos, nada diferente a como el viejo Imperio Británico, con fría tranquilidad imperial, dispuso de las tierras, de las esperanzas y de los sueños de los Palestinos.

Porque el imperio es siempre un ejercicio en violencia global, porque dominar es solo la violación absoluta: a misma raíz de la violencia.

El poder imperial viola el alma humana, que siempre anhela libertad.

Palestina fue tirada a la miseria de un laberinto de vecindades sobre pobladas, (ghettoes), en el Medio Oriente solo por una razón — y por una razón solamente:

Para facilitar la erección de una posta colonial desde la cual Inglaterra (y después Estados Unidos) pudiera ejercitar su poder en la región que posée el más grande trofeo de la historia mundial: el petróleo.

¿Cuál es esa posta? La Fortaleza Israel.

El petróleo enciende los faroles de Londres, y proveyó cumbustible a las fábricas de Estados Unidos llevándolo a su Edad Industrial.

Necesitaban un vigilante para proteger ese precioso recurso.

Necesitaban un perro cancerbero en esa vecindad.

Allí está la Fortaleza Israel.

Palestina es una insignificante contrariedad para el Imperio de Estados Unidos y para sus apologistas imperiales. Al imperio norteamericano le importa un bledo el dolor de Palestina, su sufrimiento, su aberrante humillación.

Sin embargo, para millones de personas, en toda Europa, África, Asia y en el continente Americano, el injusto y cruel tratamiento de los palestinos, en las manos de los sionistas, encuentra el apoyo y solidaridad de los corazones del mundo entero.

De sus épicas derrotas salen los frutos de la solidaridad que nos une, humano a humano, de oprimido a oprimido.

Así que crecen las crueldades del imperialismo, dando lugar al crecimiento de la cólera y de la repugnancia, la fuerza de la solidaridad también crece, envolviendo a las mayorías de los pueblos de la Tierra.

–©’14maj

Traducción libre del inglés enviado por
Fatirah Aziz, [email protected], hecha en
REFUGIO DEL RÍO GRANDE, Texas, EE.UU.

WHAT IS PALESTINE TO THE U.S.?

by Mumia Abu-Jamal[Col. Writ. 10/28/14] © ’14 Mumia Abu-Jamal

InformacionAlDesnudo.com

For some, this may come as a surprise, for it seems illogical, but the U.S. doesn’t hate Palestine.

It arms and finances its nemesis, Israel – yes.
It votes consistently with Israel in the United Nations (UN) – even against the majority of the world’s nations -yes.
It quietly and surreptitiously allowed Israel to become a nuclear power – yes.

All this is true; but the U.S. doesn’t hate Palestine. The truth is something far worse, for dismissal is more damning than hatred.

Palestine, its people, its history, its culture, its art, its poetry, its very land, is dismissed as a mere trifle by the U.S. Empire, not dissimilar to the response of the old British Empire, which dispatched the lands, hopes and dreams of the Palestinians, with cold, imperial aplomb.

For empire is ever an exercise of global violence, for domination is but utter violation: the very root of violence.

It violates the human soul, which yearns for freedom.

Palestine was relegated to the misery of a warren of Middle Eastern ghettoes for one reason — and one reason only:

To allow the erection of a colonial outpost from which Britain (and later the U.S.) could exercise power in a region that held the greatest prize in world history: petroleum.

That outpost? Fortress Israel.

Petroleum lit the lampposts of London, and fueled the factories of America, leading to its Industrial Age.

It needed a sentry to protect this precious resource.

It needed a watchdog in this neighborhood.

Enter Fortress Israel.

Palestine is a minor after thought to the U.S. Empire and its imperialist apologists. Her pain, her sufferings, her gross humiliations don’t bother the empire one whit.

Yet, to millions of people, throughout Europe, Africa, Asia and the Americas, their unjust and cruel treatment at the hands of the Zionist finds purchase in hearts worldwide.

From their epic losses spring the fruits of solidarity that binds us, human to human; oppressed to oppressed.

As the cruelties of imperialism mount, giving rise to anger and distaste, the forces of solidarity grow too, encapsulating the majority of the people of the Earth.

–©’14maj

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