USA es una nación dividida
por Fufi Santori Coll
Agosto de 2017
El prejuicio racial amenaza el concepto de “most perfect union” que exponen los Estados Unidos de América en su ideario de formación democrática a extremos que prejuicios y discrímenes han ido llevando a esa nación a otra guerra civil comparable con la que los destruyera en el 1861.
Ayer fue Ferguson, Missouri y hoy se trata de Charlottesville, Virginia donde la fibra de la solidaridad ‘americanas’ se resquebrajan dando paso a insultos y agresiones entre sus ciudadanos que responden a sentimientos que rayan en el odio.
Y a una mayoría de los puertorriqueños que presenciamos esa guerra entre ciudadanos ‘americanos’ no nos sorprende estos conflictos conociendo los desafectos que siempre ha habido entre blancos y negros en los Estados Unidos, una nación que acaba de elegir como su presidente a un Donald Trump, vivo ejemplo del racismo y del discrimen que, como billonario blanco y cristiano, niega que puedan los negros, los latinos y aún las minorías religiosas y los judíos igualar la superioridad intelectual y moral de la raza blanca.
Y no son pocos los que basan sus criterios en textos bíblicos.
Desde Puerto Rico, nuestra patria secuestrada políticamente por ese Imperio, uno se asombra al ver la cantidad de compatriotas mendigando al Congreso Federal que se nos convierta en el Estado 51. ¡Qué vergüenza! Nosotros, sin los recursos económicos y militares de Estados Unidos, somos MEJOR sociedad que la de ellos. El apologista anexionista de los lunes cita a José Celso Barbosa pidiendo la Estadidad para Puerto Rico: “Aspiramos a convertirnos en otro estado de la unión a fin de poder afianzar el carácter del pueblo puertorriqueño”. Y eso a principios del siglo 20 cuando a los negros los ajusticiaban quemándoles sus casuchas y colgándolos de un árbol.
¿DE QUÉ CARÁCTER ESTAMOS HABLANDO?
La Guerra Civil de 1860 no solamente dividió políticamente a los Estados Unidos, sino que dejó resentimientos que millones de ‘americanos’ del sur guardan en su sub consciente a definirse como un nacionalismo de corte racial que insiste en la supremacía del hombre blanco, anglo sajón y cristiano, así como en la inferioridad de los negros, los latinos y aún los judíos.
Y es precisamente ese pensamiento supremacista el que representa Donald Trump que llegó a la presidencia de los Estados Unidos endosado por lo que se manifestó como un voto de esos resentidos que incluyen a ignorantes y fanáticos.
Querer ser parte de una nación segregada racial, política y económicamente es un disparate que demuestra, lamentablemente, los efectos de un colonialismo que ha acribillado la conciencia nacional y la autoestima de tantos puertorriqueños.
SO SAD!