Las sospechosas cumbres de las sociedades civiles
Por: Clodovaldo Hernández
La Cumbre de las Américas en Panamá ha puesto en primer plano un nuevo invento de los tanques pensantes del imperialismo estadounidense: las siniestras cumbres de la sociedad civil, armas ideadas para contrarrestar los efectos que han tenido las cumbres alternativas de los pueblos, es decir, especies de anticumbres de los pueblos o de cumbres de los antipueblos, como a usted le parezca mejor.
Es la típica iniciativa de la derecha, basada en ideas puestas en práctica antes por la izquierda. Diría el maestro Luis Britto García que es el aparato ideológico dominante convirtiendo una expresión de la contracultura en un subproducto postmoderno, destinado a reforzar el sometimiento de la mayoría.
Es algo similar a lo que pasó con el rock, género que surgió como expresión de la rebeldía juvenil en los países capitalistas, pero que la industria cultural hegemónica domesticó para convertirlo en un fabuloso negocio y en instrumento de dominación ideológica de las grandes masas.
Las cumbres alternativas surgieron como una respuesta de los movimientos sociales en contra de la tendencia que se observaba de que las grandes reuniones diplomáticas fuesen encuentros exclusivos de las élites políticas y económicas, suerte de mesas de negocios controladas por las corporaciones y las oligarquías. Se había llegado a extremos vergonzosos en ese carácter segregacionista: las cumbres se realizaban de manera tal que los pueblos quedaran bien lejos, que no pudieran ni siquiera estar en los alrededores del lugar de la reunión de los mandatarios para manifestar su indignación. Ejemplo de ello eran y aun son las reuniones del Foro Económico Mundial y las cumbres de las grandes potencias, que se realizan bajo draconianas medidas de seguridad en islas, ciudadelas fortificadas, verdaderos bunkers, con los dignatarios debidamente protegidos de cualquier contacto con la gente de carne y hueso.
Las cumbres alternativas surgieron entonces como una necesidad y han intentado revertir eso que el comandante Chávez ilustró con una de sus certeras frases: “Mientras nosotros (los gobernantes) andamos de cumbre en cumbre, los pueblos andan de abismo en abismo”. Las cumbres alternativas de los pueblos han sido una expresión contracultural por excelencia, la réplica de los pobres, de las masas trabajadoras y desempleadas, de las mujeres, de los pueblos indígenas y afrodescendientes, de los movimientos sexodiversos, de los sin-tierra, de los desahuciados, en fin, la contestación de los excluidos y de las organizaciones populares a la opulencia y la inutilidad de las reuniones de jefes de Estado y de gobierno.
Ahora, el imperio, las grandes corporaciones mediáticas, las oposiciones locales de derecha y ultraderecha de cada uno de los países progresistas, las organizaciones llamadas no gubernamentales (pero financiadas por el gobierno imperial) han montado una versión degenerada, una caricatura de las cumbres alternativas, bajo el cínico nombre de “cumbres de la sociedad civil”. Es el imperio contracultural (como genialmente lo bautizó Britto García) tratando de colonizar una de las expresiones genuinas de los pueblos para ponerla a su servicio, para hacerla parte de su sistema de dominación.
El concepto de sociedad civil como músculo oponente de los movimientos populares ya se había puesto en primer plano en las controversias internas de los países que han experimentado revoluciones socialistas o gobiernos con sentido social. En Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, Paraguay y Honduras, entre otros, las clases medias, las élites ilustradas y las ya mencionadas ONG han pretendido desplazar al pueblo llano de su lugar protagónico. Sociedad civil ha pasado a ser, entonces, sinónimo de las fuerzas sociales pero sin participación de la mayoría, algo así como el pueblo, pero 100% libre de chusma. Con las cumbres de la sociedad civil, este concepto profundamente excluyente sirve para que el estatus quo planetario vuelva a tomar el control de estos foros internacionales, para que los pueblos que han alzado sus voces vuelvan al lugar de marginación que antes tenían.
Solo como ejemplo: derechos humanos
Un aspecto específico en el que este empeño se aprecia muy claramente es en el relativo a los derechos humanos. Las fuerzas hegemónicas del capitalismo han convertido a las organizaciones de defensa de las garantías ciudadanas en un negocio por franquicia, una especie de McDonald’s que no vende hamburguesas sino concepciones-chatarra en materia de derechos humanos. En estas cumbres pseudoalternativas de la sociedad civil, todos los franquiciados deben asistir y montar su espectáculo contra los países soberanos que no se han sometido a los designios imperiales. Esos grupos deben hacer suficiente bulla como para que no se escuche ninguna otra voz respecto al tema y para ello cuentan con el apoyo incondicional de la maquinaria mediática. Así intentaron hacerlo en Panamá, cuando se presentaron los integrantes del Comité de Víctimas de la Guarimba y el Golpe Continuado. Las ONG-franquicias se negaron a permitirles que expusiera su verdad porque iban a alterar el libreto escrito por el imperio contracultural.
Por fortuna, como tantas otras situaciones ocurridas en el istmo, los genuinos movimientos sociales, los voceros de las verdaderas víctimas lograron, con mucho esfuerzo y con el apoyo de los gobiernos de vanguardia, presentar combate y desenmascarar a los supuestos representantes de la sociedad civil. En eso, como en otros aspectos, Panamá ha marcado el rumbo. La lucha seguirá en las próximas cumbres, con sus correspondientes cumbres alternativas y sus respectivas anticumbres de los pueblos o cumbres de los antipueblos, las sospechosas cumbres de las sociedades civiles.