2. Historias de integración: mujeres migrantes en Europa
Lucia Marcano: integración a través de la espiritualidad
Venezuela-Grecia
Por Yoselina Guevara López
Mitiline es una ciudad griega fascinante, que se asoma al mar Mediterráneo, con un puerto que siempre ha sido multiétnico, desde el cual se llega rápidamente al centro de la vida citadina, plagado de callejuelas que asemejan un laberinto que Lucia Marcano conoce de memoria. Ella nos guía por los pasajes del ágora, entre tiendas artesanales que nos hacen sentir el calor de pueblo, cafeterías, ouzerie siempre con los ancianos sentados degustando el ouzo, la bebida griega por excelencia. Nos internamos en los vericuetos llenos de gente bulliciosa, hasta que llegamos a la pequeña iglesia católica “La asunción de la Virgen María”, flanqueada por negocios improvisados y viviendas en lo que antes era probablemente un monasterio de padres franciscanos .
“Para integrarme yo empecé a asistir a esta Iglesia Católica, que se abría una vez al mes, el sacerdote encargado me dió las llaves para que yo lo ayudara a organizar, cambiar las flores, etc. Entonces empecé a abrir la iglesia todos los días dos horas y empezaron a entrar los transeúntes, llegaron otras latinas, y la iglesia se ha convertido en un punto de encuentro”.
Es verdaderamente un sitio de reunión, no solo de los pocos latinos que viven en la Isla Lesbos, sino también de africanos, africanas, árabes y en general de los migrantes que llegan a Mitiline. Este es uno de los resultados de la apertura de los sacerdotes que guían el templo, pero también es un logro de Lucia, aunque no le guste admitirlo por su modestia. Lograron convertir la Iglesia no solo en una meta turística, sino en un lugar de apoyo espiritual para los extranjeros, de recibimiento con respeto y solidaridad para quien necesita una palabra de aliento, aún sin ser católico. Durante el año 2015 la isla sufrió una verdadera emergencia humanitaria, llegaron a Lesbos, cantidades de precarias embarcaciones, sobrecargadas de migrantes. Lucia vivió en primera persona como la Isla se llenaba de migrantes desesperados que deambulan por las calles sin un sitio donde dormir, mujeres, niños, niñas, Mitiline era un caos de la tragedia humanitaria. La Iglesia “La asunción de la Virgen María” se convirtió en un centro de acopio de enseres, por las dimensiones del templo no podían recibir a migrantes. Lucia nos relata los momentos vividos:
“Los veíamos desde la orilla de la playa, otros voluntarios como yo, los recibíamos, les dábamos, ropa, mantas, llegaban con frio, con las ropas húmedas por el mar, las olas, la lluvia. Era desesperante porque estas barcas no cesaban de llegar, llegaban durante invierno, verano, la isla estaba abarrotada”.
Ahora en Lesbos hay campos de refugiados, la isla es una meta de migrantes porque puede ser una puerta de entrada para Europa, un paso temporal; sin embargo el flujo migratorio han disminuido por los controles gubernamentales. Muchos migrantes que llegan a la isla hablan solo su idioma de origen, otros pueden comunicarse en inglés o en francés; hay muy pocos trabajadores que puedan ayudarlos en caso de necesitar un traductor. Para un migrante una de las principales barreras que tiene que superar es el dominio de un nuevo idioma, Lucia nos cuenta lo difícil que fue para ella, aprender una nueva lengua, que difiere de su idioma natal hasta en los grafemas:
“Para integrarme lo primero que hice fue tratar de aprender el idioma, que es bastante difícil. En el momento que yo llegue no habían instituciones públicas o privadas que ofrecieran cursos de Griego de manera gratuita. Yo comencé a estudiar de manera autodidacta con libros de la escuela de mis hijos… Yo continúo estudiando el griego, porque es esencial para comunicarme, a algunas mujeres migrantes las he ayudado con el griego. Pero hacen falta cursos, de más duración, que te permitan tener un mayor dominio de la lengua”.
Lucia nos hace una referencia a su preocupación en cuanto a la comunicación sobre todo con los migrantes que vienen de África.
“Yo he aprendido algunas palabras en inglés, y entiendo algunas en portugués. Aquí a la iglesia llegan muchos africanos, y para poder comunicarnos he tenido que aprender por mi cuenta”.
El idioma es una barrera no solo para la comunicación, también para poder continuar los estudios o conseguir trabajo, de allí que si no se le proporcionan a los migrantes herramientas gratuitas y accesibles para aprender una nueva lengua no se puede pensar en la integración. De allí la importancia de que a nivel político quienes elegimos en los comicios electorales sean personas sensibles y tengan conocimiento de las necesidades reales de los migrantes, sin limitarse a verlos como un problema. Este es uno de los principales retos: el desarrollo de políticas migratorias, que no se limiten solo a la creación de férreos mecanismos de control de la migración irregular. Si no la puesta en práctica de políticas públicas que les permita a los migrantes integrarse cabalmente en el país de recepción.
Desde los campos de refugiados de la isla van migrantes hasta la Iglesia “La asunción de la Virgen María”, el hecho de ser de otra religión no les impide reunirse en este pequeño templo. Algunos de ellos llegan de territorios lejanos, donde poblaciones enteras han sido diezmadas en un ejercicio bélico de inédita barbarie, que los ha dejado sin un espacio donde vivir. Lucia conoce la carga emocional que muchos de los migrantes llevan consigo, por eso trata que el momento pasan en la Iglesia sea placentero, de recogimiento espiritual, de compartir en colectividad, más allá de los idiomas, las nacionalidades o religiones. Ella cuida con detalle toda la organización del servicio religioso, la limpieza, las flores y el orden del altar, se ocupa de la preservación de los antiguas pinturas del templo que fueron descubiertas en el año 2013 y que fueron declaradas patrimonio arqueológico, e inclusive cuida con especial dedicación las reliquias originales de San Valentín que reposan en una pequeña caja dorada. Cada año Lucia coloca en Diciembre el pesebre, una alegoría al nacimiento de Jesucristo, que nos muestra orgullosamente, es una tradición que trajo desde Venezuela natal:
“El nacimiento como lo llamamos nosotros es una tradición que me recuerda a mi mamá, a mi abuela. Conservo siempre el vínculo con Venezuela a través de mi familia y de algunas amistades que son como familia. De Venezuela recuerdo mucho sus comidas las costumbres familiares, en la casa hablo español, ahora que mis hijos no viven conmigo sigo hablando español con ellos. Uno de mis hijos se casó con una muchacha griega, y a ella le gustan las comidas de Venezuela. En pocos meses voy a ser abuela, porque mi nuera está embarazada. Yo trato siempre de conservar las tradiciones, las fiestas, las celebraciones de Venezuela, y las comidas, yo cocino muchas de las comidas venezolanas”.
Integrarse es también compartir la nostalgia de lo que se ha dejado, pero también significa adentrarse en los recuerdos de la comunidad a la que se llega y establecer un vínculo que hace vibrar también nuestras propias vivencias. Al reconocernos en el otro, iluminando los vínculos que nos unen podemos encontrar las claves a partir de las cuales imaginar un horizonte en común.
Yoselina Guevara López: comunicadora social venezolana, analista política, articulista en diferentes medios internacionales, cuyo trabajo ha sido traducido al inglés, italiano, griego y sueco. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022 (Venezuela), mención especial Opinión; Premio Nacional de Periodismo Aníbal Nazoa 2021 (Venezuela);I Concurso Memoria Histórica Comandante Feliciano 2022 (El Salvador) Tercer lugar.