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El Salvador de fiesta por la beatificación de Don Óscar Romero

ADITAL

Los salvadoreños y salvadoreñas están de fiesta aguardando la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero por el Vaticano, este sábado 23 de mayo. La Arquidiócesis de San Salvador, capital del país centroamericano, señala que es la primera beatificación de un salvadoreño. El proceso ocurre 35 años después del asesinato de Romero en la Capilla del Hospital «La Divina Providencia” por pistoleros, mientras celebraba una misa, inmediatamente a comienzo de la guerra civil que asoló a El Salvador de 1980 a 1992.

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«Es la beatificación del salvadoreño más conocido y amado en todo el mundo por su amor a los pobres, a la justicia, a la verdad y a la Iglesia. Su vida, dedicación y entrega hasta el final son señales elocuentes del compromiso de un pastor que asumió el riesgo de morir por defender a su rebaño y a las personas más débiles”, observa la Arquidiócesis en una nota.

La Iglesia de El Salvador recibirá el 23 de mayo a obispos, sacerdotes y delegaciones internacionales para acompañar la beatificación del ex arzobispo de San Salvador, que ocurrirá a las 10h de la mañana, en la Plaza del Divino Salvador del Mundo, considerada símbolo nacional del país, y en su entorno. La celebración será presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.

Son esperadas cerca de 250 mil personas y por lo menos 12 Jefes de Estado, además de los vicepresidentes de Cuba y Costa Rica. Se esperan delegaciones de Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos, Italia, México, Nicaragua, Uruguay y miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). En la programación también consta una peregrinación hasta la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del arzobispo mártir. Más de 1.100 sacerdotes se prepararán para la ceremonia en el Seminario San José de La Montaña y también van a ir hasta la plaza en procesión. El lugar tuvo significado especial en la vida de don Romero, ya que buena parte de su formación sacerdotal la realizó allí.

Tregua entre pandillas

El evento tiene tan grande importancia para los salvadoreños y salvadoreñas que hasta las principales «maras”, como son llamadas las pandillas en América Central, se comprometieron con el gobierno de El Salvador a dar una tregua el día de la beatificación de Don Óscar Romero. «Éste es el regalo que, en su beatificación, queremos dar a Don Romero: nuestro arrepentimiento y pedido de perdón a la sociedad por todo el daño ya causado”, afirmaron los grupos.

Los portavoces de las pandillas aprovecharon para pedir el apoyo para un plan de rehabilitación y reinserción social de sus miembros: «Tomamos la decisión de responder, afirmativamente, al llamamiento público realizado por uno de los luchadores más incansables por la paz en El Salvador: el señor Raúl Mijango, que presentó al país una propuesta de agenda para la paz con 26 puntos, 13 a ser abordados por nosotros y los otros 13 por el Estado, gobierno y sociedad civil”.

Las «maras” piden que el ejecutivo «no obstruya ni sabotee este proceso, sino que facilite las condiciones que nos permitan avanzar más rápido en el tiempo y en los compromisos que debemos asumir ante la sociedad”. Según los portavoces de las pandillas, las ‘maras’ tuvieron que recurrir a formas ilícitas para ganarse la vida porque sus familias son históricamente olvidadas y marginadas por las gestiones gubernamentales. «Nuestro origen está en las comunidades más empobrecidas, en los hogares desarticulados por la emigración, por la violencia y por la irresponsabilidad paterna o materna; es a nosotros que son negadas las oportunidades de educación, salud, trabajo, esparcimiento y la única cosa que nos ofrecen es la represión, la cárcel y la muerte”.

Los grupos delictivos señalan que, para dar confianza al desarrollo del proceso, es necesario que se realice un debate privado en el interior de los centros penitenciarios, que sea monitoreado por una entidad de gran prestigio y reconocimiento internacional y que ya cuenta con una misión en El Salvador: el Comité Internacional de la Cruz Roja y los obispos y pastores coordinados por la Iniciativa Pastoral por la Vida y por la Paz (IPAZ).

El presidente Salvador Sánchez Cerén y el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Benito Lara, ya afirmaron que no volverán a negociar bajo ninguna condición. Esto comprueba que de la tregua entre pandillas iniciada en 2012, con la aceptación del gobierno y el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Iglesia, no queda más nada actualmente. La tregua duró 15 meses, período en que la tasa de homicidios cayó de 15 a cinco asesinatos por día, pero las extorsiones y secuestros continuaron. El abandono del acuerdo, en 2014, volvió a elevar las muertes violentas de 10 a 12 por día, con tendencia al crecimiento. El país centroamericano de seis millones de habitantes es uno de los más violentos del mundo, con más de 60 homicidios por cada 100 mil habitantes según los datos de las Naciones Unidas.

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Patrono de Cáritas

Durante la XX Asamblea Internacional de Cáritas, realizada la última semana en Roma, se eligió a monseñor Óscar Romero como patrono de Cáritas Internacional. «

Don Romero

Óscar Arnulfo Romero y Gadamez nació en una familia pobre y numerosa, el 15 de agosto de 1917, en Ciudad Barrios, en El Salvador. En 1979, ya arzobispo de la capital San Salvador, el entonces presidente del país, Carlos Humberto Romero, fue depuesto por el golpe militar. La dictadura se instaló, aumentando la violencia y provocando el caos político, económico e institucional del país. Solamente de enero a marzo de 1980, fueron asesinados 1.015 salvadoreños. Los responsables pertenecían a las fuerzas de seguridad y a las organizaciones conservadoras del régimen militar instalado en el país.

En esa ocasión, dos sacerdotes fueron asesinados violentamente por defender a los campesinos. Ante este hecho, Don Óscar Romero tuvo que posicionarse e inmediatamente se colocó en medio del conflicto para ayudar a resolverlo. Su acción pastoral apuntaba al entendimiento mutuo entre los salvadoreños. Él criticaba duramente la inercia del gobierno, las interferencias extranjeras, así como las injusticias practicadas por los grupos «revolucionarios». Por esa postura firme, el arzobispo pagó con su propia vida sus elecciones. Su nombre fue incluido en la lista de los 1.015 salvadoreños y salvadoreñas asesinados en aquel 1980.

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